Que se me perdone este desahogo. Pero lo cierto es que las imágenes (de las que me he empapado) de estos últimos días me han producido un cierto placer y una leve sonrisa no ha podido dejar de asomar a mis labios: la cacerolada nocturna al alcalde de Madrid, el zarandeo, abucheo y pintarrajeo de los diputados al Parlamento catalán, el remojón propinado al coordinador de Izquierda Unida, los eslóganes coreados (“No nos representas”) etc...Es por mi parte una irresponsabilidad. El movimiento de los indignados, dicen sesudos y congruentes comentaristas de la derecha, muestra su verdadera cara, mientras que los de la izquierda hablan de una “pequeña minoría” que enturbia lo que se inició como una protesta pacífica...Personalmente, yo creo que lo que está saliendo a la superficie es la indignación, auténtica, que nunca es del todo pacífica (todo lo más, contenida) y que hasta ahora, por fortuna, no ha pasado del insulto, la rociada o el acoso. El disfrute me viene porque ese acoso, insulto o rociada, lo padecen nuestros privilegiados representantes, que con honrosísimas (y escasísimas) excepciones, no están dispuestos a renunciar a sus privilegios, y se refugian en frases más o menos huecas, como la de ser depositarios de la soberanía, encarnar la democracia, etc...Por primera vez, se diría, se han de enfrentar con la calle, con esa que les ha elegido, a la que dicen representar. Y el tropezón es morrocotudo.No, no me alegro del sufrimiento ajeno. Pero el mal rato que han pasado todos ellos no es casi nada frente al mal rato que llevan durante meses (años, quizá) pasando muchos ciudadanos de este país y ellos (hablando grosso modo) no se han dado por enterados. Y una ducha de realidad, que seguramente no cambiará la opinión de ninguno de los duchados, es el mínimo tratamiento que se merecen. Todos estos señores que disponen de los destinos del país, apenas se han preocupado de otra cosa que de satisfacer la voluntad de sus jefes (que son lo que realmente les eligen) y tal vez de aquello que les permite ganar votos o al menos no perderlos. Lo demás, sólo retóricamente les interesa, y a menudo ni eso. Así que el que pasen un mal rato no me preocupa en exceso. Incluso me complace un tanto.Ahora bien, como se suele decir, es peligroso jugar con las cosas de comer. Nuestra democracia está seriamente falseada por estos tramposos que dicen encarnarla. La democracia en sí misma dista de ser algo perfecto (como dijo Churchill, es el peor sistema...con excepción de todos los demás), pero cuando se falsea como aquí se ha hecho durante años, y se revela incapaz de superar unas circunstancias económicas y sociales adversas, la cosa peligra, y peligra seriamente. Basta como indicio el que el mayor irresponsable de todos, nuestro presidente del gobierno, diga que no le preocupa la deriva del movimiento 15-M para que todos nos preocupemos por ello. Puede poner en peligro la democracia. Para defender ésta, sin embargo, no basta la contundencia de la fuerza pública, como parece creer el presidente del Congreso. Hace falta una autocrítica seria, no retórica, por parte de los que han venido falseando el sistema en su provecho. Y las medidas a tomardeberían ser tan profundas y ejemplarizantes, que supusieran un auténtico harakiri de los privilegios hasta ahora usurpados. Pero esto la clase política parece no entenderlo. El ejemplo catalán parece evidente. Sin duda hay que hacer recortes, y serios. Pero no se pueden defender esos recortes cuando el presidente de la Generalitat incrementa sus retribuciones, siquiera sea por la vía indirecta de los “gastos de representación”. Cuando estos políticos dicen representarnos habría que preguntarles si ellos, cuando pidieron nuestro voto, anunciaban ya que nos iban a subir los impuestos, bajarnos los salarios...y subírselos ellos. De modo que, lo admito, mi actitud ante los acontecimientos recientes es irresponsable. Pero tal vez lo sea más la de la clase política que se arroga nuestra representación. Otro Mirón Estupefacto
Irresponsabilidad
Publicado el 17 junio 2011 por ArnaudelatorreQue se me perdone este desahogo. Pero lo cierto es que las imágenes (de las que me he empapado) de estos últimos días me han producido un cierto placer y una leve sonrisa no ha podido dejar de asomar a mis labios: la cacerolada nocturna al alcalde de Madrid, el zarandeo, abucheo y pintarrajeo de los diputados al Parlamento catalán, el remojón propinado al coordinador de Izquierda Unida, los eslóganes coreados (“No nos representas”) etc...Es por mi parte una irresponsabilidad. El movimiento de los indignados, dicen sesudos y congruentes comentaristas de la derecha, muestra su verdadera cara, mientras que los de la izquierda hablan de una “pequeña minoría” que enturbia lo que se inició como una protesta pacífica...Personalmente, yo creo que lo que está saliendo a la superficie es la indignación, auténtica, que nunca es del todo pacífica (todo lo más, contenida) y que hasta ahora, por fortuna, no ha pasado del insulto, la rociada o el acoso. El disfrute me viene porque ese acoso, insulto o rociada, lo padecen nuestros privilegiados representantes, que con honrosísimas (y escasísimas) excepciones, no están dispuestos a renunciar a sus privilegios, y se refugian en frases más o menos huecas, como la de ser depositarios de la soberanía, encarnar la democracia, etc...Por primera vez, se diría, se han de enfrentar con la calle, con esa que les ha elegido, a la que dicen representar. Y el tropezón es morrocotudo.No, no me alegro del sufrimiento ajeno. Pero el mal rato que han pasado todos ellos no es casi nada frente al mal rato que llevan durante meses (años, quizá) pasando muchos ciudadanos de este país y ellos (hablando grosso modo) no se han dado por enterados. Y una ducha de realidad, que seguramente no cambiará la opinión de ninguno de los duchados, es el mínimo tratamiento que se merecen. Todos estos señores que disponen de los destinos del país, apenas se han preocupado de otra cosa que de satisfacer la voluntad de sus jefes (que son lo que realmente les eligen) y tal vez de aquello que les permite ganar votos o al menos no perderlos. Lo demás, sólo retóricamente les interesa, y a menudo ni eso. Así que el que pasen un mal rato no me preocupa en exceso. Incluso me complace un tanto.Ahora bien, como se suele decir, es peligroso jugar con las cosas de comer. Nuestra democracia está seriamente falseada por estos tramposos que dicen encarnarla. La democracia en sí misma dista de ser algo perfecto (como dijo Churchill, es el peor sistema...con excepción de todos los demás), pero cuando se falsea como aquí se ha hecho durante años, y se revela incapaz de superar unas circunstancias económicas y sociales adversas, la cosa peligra, y peligra seriamente. Basta como indicio el que el mayor irresponsable de todos, nuestro presidente del gobierno, diga que no le preocupa la deriva del movimiento 15-M para que todos nos preocupemos por ello. Puede poner en peligro la democracia. Para defender ésta, sin embargo, no basta la contundencia de la fuerza pública, como parece creer el presidente del Congreso. Hace falta una autocrítica seria, no retórica, por parte de los que han venido falseando el sistema en su provecho. Y las medidas a tomardeberían ser tan profundas y ejemplarizantes, que supusieran un auténtico harakiri de los privilegios hasta ahora usurpados. Pero esto la clase política parece no entenderlo. El ejemplo catalán parece evidente. Sin duda hay que hacer recortes, y serios. Pero no se pueden defender esos recortes cuando el presidente de la Generalitat incrementa sus retribuciones, siquiera sea por la vía indirecta de los “gastos de representación”. Cuando estos políticos dicen representarnos habría que preguntarles si ellos, cuando pidieron nuestro voto, anunciaban ya que nos iban a subir los impuestos, bajarnos los salarios...y subírselos ellos. De modo que, lo admito, mi actitud ante los acontecimientos recientes es irresponsable. Pero tal vez lo sea más la de la clase política que se arroga nuestra representación. Otro Mirón Estupefacto