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Israel Amador presenta Yeké en el Palau de la Música

Publicado el 27 enero 2010 por Smorenovalle
Israel Amador, que me llama hermanico, y todos los que le acompañan salen hoy aquí. Entre ellos el Piraña, que le va marcando el paso a Paco De Lucía desde hace tiempo. Y también Latino, uno de los que parió la Sedajazz, la vio crecer y ahora está hecha una chicarrona. Me dejaron colarme en un ensayo y así lo vi para ELMUNDO.es
Apartan un trasto y meten otro. Quitan la mesa y en el mismo sitio caben una batería, un teclado, un altavoz autoamplificado y 9 sillas formando corro. Parece el decorado de un teatro, pero es el salón de una casa con la tele hablando sola al fondo y la chimenea echando calores. Un escenario de paso para acabar de darle color a 'Yeké', el espectáculo que Israel Amador presentará el domingo que viene, con la banda que ha elegido para ese momento, en el Palau de la Música.
Lo que retumba dentro de la casa es un género sobrado de arte que la única forma que hay de hacerle justicia es no nombrándolo. Dejando que la oreja vaya a su aire y lo asocie a lo que quiera.
Aunque lo que suena tiene una base de flamenco incurable, de vez en cuando aparece un punteo imprevisible de jazz, como si a última hora Django Reinhardt hubiera llamado para quitarse de encima la pelusilla de los directos.
Con los ojos cerrados como si leyeran una partitura escrita dentro de los párpados van sacando notas a bocanadas los de la compañía, que no son pocos: David Gabarri, Guitarra; Pedro Pérez y Quique Bermúdez, percusión menor y palmas; Israel Suárez 'Piraña', congas y cajón; Pedro Corral, batería; Ángel Suárez 'El niño de la Santa', guitarra; Francisco Ángel Blanco 'Latino', saxo tenor y flauta; César Giner, bajo. Y dos voces de lija que en vez de arañar, camelan: Rafael Vargas 'El chino' y Tomás González. Además Yeké contará con la colaboración de Isa Martín, que saldrá por cante mulato, y de Daniel Navarro, bailaor.
En un rato es fácil darse cuenta de por qué las mezclas, bien hechas y con tanto músico empalagosamente bueno, no alteran el producto, sino que lo transportan a esa parte del cerebro que decide jugar con todo el cuerpo al mismo tiempo. Los pies salen bailando solos.
Ya no queda tiempo ni para las prisas. El calendario se sacude los días de encima. La próxima prueba será en el Palau. Esa ya irá en serio. La sangre al galope y la risilla tensa. Y mientras, se les van derramando en la cabeza incendios forestales oyendo un batir de palmas que no son suyas, sino del público.

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