
Las secuencias de Elia Suleiman están cuidadosamente preparadas, coreografiadas incluso, con influencias claras de Jacques Tati, Charlie Chaplin o Buster Keaton, pero, a diferencia de ellos, en sus gags subyace un trasfondo de intencionalidad política, que es muy evidente en la historia que cuenta el conflicto que Elia tiene con un vecino suyo en Nazareth que le roba los limones de su limonero, a pesar de que el limonero está dentro de su huerto.
En It Must Be Heaven el mundo es un lugar lleno de calles desiertas, con cierta atmósfera apocalíptica a veces, de suburbios inquietantes... pero donde también hay tranquilas terrazas de bares donde sentarse a observar a los transeúntes o apacibles parques repletos de gente. Tanto en un caso como en otro, la atmósfera se va enrareciendo y la violencia puede estallar en cualquier momento.
La música de la banda sonora es una mezcla de temas de música árabe (Yasmine Hamdan, Asmahan, Sabah Fakhry...) con algunos clásicos de la música occidental (Leonard Cohen, Nina Simone), y con otras canciones donde lo oriental y lo occidental se funden (Offering, de Ravi Shankar y Philip Glass; I Put A Spell On You, versioneada por Natacha Atlas)...