Jairo VarelaLe inculcóA la gente de la etnia negraA darse entre ella mucho amor;Pero, sobre todo,A aprender a asimilarEse gran tesoroQue se llama identidad;Para que, de ese modo,Podamos entenderDe dónde venimos,Y tambiénPara dónde agarrar camino;Pregonando siempreLa necesidad de que todos,A pesar de los reveses,Nos sintamos orgullososDe lo que somos;Demostrando con crecesNuestras potencialidades.Nos enseñó con sus melodíasA que hay que levantarseCuando tengamos caídas.Él hizo de sus cancionesUna verdadera filosofía;Con mensajes por montones,Con el sello de la sabiduría.En cada canción que hacía,Se advertía su talento,Resplandecía su disciplina,Su entrega en todo momento,Sus penas, sus alegrías.Él fue un maestroDe la música, de la vida.Sabemos que ha muerto,Pero los grandes como élNo mueren aunque mueran,Pues siempre sus recuerdosSeguro que los van a tenerHasta las piedras de los senderos.No guardemos por élUn minuto de silencio;Pues, él no fue un silencio,Sino un estruendo, de veras,De salsa de la mejor.Jairo VarelaSiempre fue un soñadorQue sus sueños los transformóEn realidades,Aunque harto se le quedóEn el tintero de las claves;Pues, el tiempo no le alcanzó,Habiendo hecho mucho ya,Para legarnos todos sus mensajes.Jairo Varela, vivirásEn nuestras mentes,Y en nuestros corazones,¡Por siempre, por siempre!...Para ti, todos los honores...Tú no te has ido,Sólo hiciste un alto en el camino.