En la actitud agónica de las manos que, abajo y en primer plano, yacen tendidas en el suelo no está la clave. Sin tocarse, quieren ser el título atroz y tenaz de la fotografía. Es en la puerta de luz, centrada en el fondo del encuadre, donde quieta se cifra la derrota. Medrosa, cegadora, apenas logra iluminar las paredes sucias de grafitis, la vida gris, en blanco y negro del cuarto. En ella está el secreto: vana, perdida, irrecuperable libertad relegada al hambre de siquiera un roce. Así, turbados, encadenados, nos concibió Saudek en la imagen. Del mismo modo, tal vez en una calle de Praga y en este mismo instante, él, solitario y apetente, camine pensado en cuerpos coloreados y viejos. Algo, sin embargo, en el fondo de la escena lo inquieta: la misma blanca, siempre brillante, puerta.
Fotografía: Jan Saudek
Para Biblioteca Parlante Haroldo Conti