Jeux interdits. juegos prohibidos. otoño 7.

Publicado el 12 octubre 2020 por Evamric2012

                      

Hoy le dio por buscar lágrimas en su mesita de noche. 
Escarba entre la ropa interior, revolviéndolo todo, y con ello, el reloj, los preservativos, las viejas agendas, los cuadernitos… y las encuentra.  
Es que no le brotaban ya en los ojos y necesitaba saber qué iba a terminar  antes, si el universo con todos sus mundos, o el tiempo dejando en pelotas a todas sus saetas.

Y luego ya cayó la noche, y por la autopista de la vida, nos fue ya deteniendo algún peaje,  y seguimos por esa línea discontinua que nos marcan las venas, o le dimos al acelerador siguiendo por otra línea pero ya cada vez más continua.
Al abrir los ojos y despertar, todo estaba sucio, como si la rutina con su desparpajo se hubiese divertido a no pasarle el plumero a la pelusa acumulada en esas tardes de octubre que muerden el polen de los dientes de león.- Maldito Karma- dijiste, cuando al besarte te decía con un gesto de la mano izquierda, moviendo la mano en forma de caracolillo, que en otra vida nos veríamos.
- No habrá otra vida, ¿verdad?- preguntaste con un mohín de incertidumbre.
-   No lo sé, - respondí- eres tú quien crees en estas cosas, alma de luz…, de cántaro.


Caminando bajo esta lluvia otoñal que juega al quita y pon como la montaña rusa de las emociones,  veo el mantel puesto en aquella mesa en la que nos comimos las perdices de manera precoz en el érase una vez y con pimiento colorín colorao, con una salsa en escabeche, y  claro, se nos quedó la felicidad a medias y por terminar  y no logramos cumplir esas promesas, (aunque como la mayoría), las nuestras también se parecían a las  de un domingo por la tarde para un lunes o a las de un uno de enero y con resaca.
¿Amanecerá de nuevo? - me pregunto.  
Sí,  - me contesto. 
Pero hace siglos que no por eso ya me levanto más temprano.
Y es que el Mar, cuando lo miro, sigue en su sitio.
Y como todo lo primordial sigue ahí,
el resto... p'al carajo.

La culpa es de cada ola, fijo, que sigue revolc-ándonos en cada una y todas sus resacas sin fin.