Juas, y te lo habrás creído. Pero si debíamos tener 15, como la novia del dúo dinámico, y andábamos locos con las hormonas. Todavía no decíamos lo de “omaaaaa que ricaaaa”, pero igual ya cantábamos aquello de “Hooooostias caaaaarolinaaaa que buena estáaaaaaas…”
Pero no quiero hablar ni de tetas ni de Carolina. El tema es que ahora, a mediados de año, la gente ya está morena. Sí, sí, sí, sí… Más que morena, naranja. ¿Tú lo has visto? Ya no sabes si es que tienen algún problema de salud, si se han pasado con el maquillaje o si les ha reventado el bote del colorante de la paella, porque tienen un color de lo más chungo. Impresionante. Luego, vas a la playa, y les ves esas marquitas blancas justo debajo de las nalgas, que nunca te atreves a preguntar, pero todos sabemos de dónde vienen.
Se pusieron de moda los rayos UVA. La gente morena todo el año. Luego empezaron con el miedo del cáncer de piel, y se pasaron a los espráis y las cremas que te mantienen moreno todo el año, pero joder, con un color que da grima sólo de verte. Claro, cuando ves a alguien en invierno con un moreno de pleno mes de agosto, dices, “aquí hay gato encerrado”. No puedes evitar pensar en cómo lo ha conseguido. ¿Habrá estado en el Caribe recientemente? ¿Es de una raza más morena? ¿Tiene una adicción extraña que le cambia el color de la piel?
Luego están los de piel blanquita… Vamos, los de piel “blanco nuclear”. Esos que, por mucho que se pongan cremas, rayos UVA o vayan a la playa en las horas en que se achicharran los cangrejos, nunca se ponen morenos. Siempre dicen lo mismo “a mí, el sol, me resbala”. Y es totalmente falso. Consiguen, en la mayoría de las ocasiones, un rojo espectacular. Duele, eso sí, pero es un rojo que te recuerda a las gambas de Palamós, a la brasa, vuelta y vuelta. Mmmmmmmm. Sólo de pensarlo se me hace la boca agua, están para comérselas… Las gambas digo, ¿eh?
Este año yo también puedo presumir de ese tipo de moreno, y no porque me haya dedicado a “La Obra”, nada más lejos de la realidad, he cogido ese moreno gracias a los entrenos y partidos de mi hijo. Esas tardes de viernes en el campo, sin una sombra, y esos sábados, en el mismo campo o en otro, igual de cabrito el arquitecto, en el que la única sombra está en el bar. Vamos, tengo la marca del reloj, las gafas, la camiseta y las bermudas. No está mal, es apetecible. Te dan ganas de comerte el mencionado helado.
Y pensar que en los años veinte, lo que ponía a los tíos eran las mujeres blanco-leche, con gato acostado y un tanto fondonas... Todo lo contrario de nuestras fechas, peeeeero, supongo que será cuestión de modas, como todo...
Nada más, hay que empezar a ponerse morenos, que este año estamos empezando el verano con mal pie. Agua, agua y más agua. Como dice el grupo del caralibro, al que me diga este año que hay escasez de agua, le meto un paraguas por el cu……
Que vaya bonito,
La vida son cuatro dias punto com