John Fante siempre le tendrá que agradecer, allá donde esté, a Charles Bukowski que comentara en sus novelas que leía sus obras. Y no sólo las leía sino que de ahí bebió para forjar su estilo. Si las primeras novelas editadas de Fante en España eran bastante deprimentes, al narrar la miseria que sufría en Los Angeles, la que hoy comentamos nos muestra a un Fante con una mejor posición social aunque con un estilo más que personal.
En realidad la trama es bastante sencilla, no la desvelaremos, pero John vuelve a ser capaz de cumplir la máxima de Hemingway que una novela no es otra cosa que "una gran primera frase y ciento cincuenta páginas más". Un estilo seco y directo y una narración de una experiencia personal con su padre son mimbres más que suficientes para que el escritor nos cuente cómo vivió esa circunstancia.
Lo que más destaca es que la economía de Fante había cambiado para esta novela y también se nota bastante que ya no escribía para sobrevivir, como anteriormente, sino que ahora es capaz de sacarle el jugo a una anécdota. Es ya un escritor totalmente formado que vuelve a enamorarnos con su peculiar forma de entender la vida y de paso la literatura. Nueva clase magistral de un desconocido, para el gran público, escritor que se merece que leáis su obra con atención.