Jonathan Wilson - Fanfare

Publicado el 23 octubre 2013 por Mims

Han pasado sus dos años largos desde la edición de aquel maravilloso Gentle Spirit, disco que recibió elogios de manera casi unánime, y por méritos propios. La espera ha sido larga para muchos como el que esto escribe, conscientes de que Wilson no es "un músico más". Y no quisiera ser en esta ocasión una groupie que alaba sin criterio, pero por más vueltas que le doy veo con asombro y admiración en este músico a un auténtico artista, un artesano que elabora con minuciosidad y esmero cada composición, cada arreglo y grabación, hasta el más mínimo detalle.

Esta actitud, totalmente anacrónica en estos tiempos en los que prima la inmediatez y la obsolescencia programada, no hace sino realzar aún más si cabe su obra: no solo se trata de trabajos de una belleza sublime con una producción cuidada y brillante, sino que cuando uno se adentra en ellos percibe bajo la superficie el latido del artista, que nos sumerge en las suaves atmósferas que crea, y es ahí donde disfruta de veras discos como este Fanfare.Y no quisiera repetirme con lo que ya expresé cuando en 2011 se publicó el ya citado Gentle Spirit (puedes leer la reseña aquí), pero mucho de lo dicho entonces se puede aplicar ahora con total vigencia: es un disco al que darle y dedicarle tiempo. No porque necesite de varias escuchas para apreciarlo, al menos no en mi caso; se trata más bien de sentarse tranquilamente, ponerse este disco con unos buenos auriculares (para que no te molesten, ¿por qué no?), cerrar los ojos y dejarse llevar... A Wilson no le van los singles inmediatos y pegadizos de un par de minutos, así que denle tiempo: en este nuevo trabajo nos volvemos a acercar a los 80 minutos en total, y en él más de la mitad de los cortes superan largamente los 6 minutos... Casi nada.


Wilson es uno de los artistas que bien puede encabezar la nueva generación de músicos del mítico Laurel Canyon; en este Fanfare este hecho se ve reafirmado no solo con sus nuevas canciones reivindicando la música de aquellos lejanos 60's y 70's, sino también con la pléyade de colaboradores que le acompañan: por aquí desfilan mitos de la talla de David Crosby, Graham Nash o Jackson Browne, así como secundarios de lujo como Mike Campbell (de los Heartbreakers) o Pat Sansone (de Wilco) entre otros.
Los horizontes musicales de Wilson se amplían y alcanzan nuevas cotas en este segundo álbum, que aunque sigue en una línea continuista con el que le precede supone un paso adelante: se adentra en nuevos terrenos, nuevos sonidos, nuevas estructuras... Es desde luego un disco mucho más ambicioso y completo, y Wilson demuestra ser un grandísimo músico no solo por sus dotes como compositor e intérprete, sino por la amplia paleta de referencias e influencias que nos muestra sin reparo alguno.
El arranque de Fanfare, primer corte homónimo del disco, es grandioso y épico, con una instrumentación solemne que nos sirve de anticipo para el primer gran tema del disco y, a la sazón, primer single, Dear Friend: es un extraño medley (si es que se le puede calificar así) en el que una primera parte en forma de dulce vals contrasta con la segunda parte, un rock donde Wilson demuestra que los medios tiempos son su especialidad; como llamada para reclamar la atención no podría haber elegido ningún tema mejor: sus mejores cualidades quedan condensadas en esta canción para captar al oyente.

Tras ellas la balada Her hair is growing long resulta un agradable pasaje, que a servidor recuerda, supongo que por sus acordes suspendidos, a Guinnevere. Pero Wilson no es ningún blandengue, como demuestra en el Love to love: un buen rock en la mejor tradición americana; salvando las distancias (no quiero que ningún fan salte por esta comparación), sería un tema que bien podría estar interpretado por Tom Petty.

Pero si hay un par de temas cuya influencia es más que evidente son Cecil Taylor e Illumination. En el primero de ellos no solo es que nos parezca oír a los CSN en sus mejores tiempos, es que realmente los mismísimos Crosby y Nash hacen las armonías marca-de-la-casa en esta deliciosa balada acústica, una de las maravillas de este disco. Pero la cosa no queda aquí ya que tras ésta, el golpe encima de la mesa de Illumination es de traca: ¿son o no son los Crazy Horse los que suenan? ¿Y no podría ser el tito Neil el que canta? Las sucias guitarras, la base rítmica tan característica, hasta la forma de cantar este tema nos recuerdan al mejor Neil Young y compañía. La versatilidad de este tipo no parece conocer límites...
Alguno podrá pensar que Wilson no deja de ser un mero imitador, y lo cierto es que rindiendo tributo no tiene rival. Pero seríamos injustos con él: su talento como compositor, arreglista, productor e intérprete es de tal calibre que uno no puede dejar de quitarse el sombrero ante semejante artista capaz de engendrar obras como este Fanfare.

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