En 1987 reaparece otra vez el mito por excelencia del cine de terror, el vampiro, seductores de la noche, en algunos casos claro, pero esta vez encarnado en un grupo de adolescentes de un pequeño pueblo de California llamado Santa Carla, ciudad cuyo índice de violenciaes anunciado a diestro y siniestro.
Por aquella época y tras el visionado de la cinta quién no soñó por aquellos entonces en pertenecer a la cuadrilla al mando de un jovencísimo e inmortal Kiefer Sutherland, quién no quiso ser Michael, el bueno, el guapo y ligarse a la bella de la película, o combatir el mal a través de un trío de muchachos a lo Van Helsing cuyos métodos e instrumentos en la caza del vampiro fueron adquiridos a través de unos meros cómics. Es película de culto para algunos.
En su época y tras un nuevo visionado después de 24 años de su aparición hace gala de no haber envejecido tan mal, más quisieran muchas otras de la época pasar el corte y el paso del tiempo. Pues esta es una de ellas. Película de Joel Schumacher que en los tiempos que corren podría hacer frente a esa saga tan sobrevalorada, noña e insulsa apta para jovencitas, es decir, Crepúsculo (2008, Catherine Hardwicke). Nada tiene que envidiar a esos bodrios de la actualidad sobre vampiros, excepto Déjame entrar (Tomas Alfredson, 2008).
El reparto es bastante bueno. Podemos ver a unos jovencísimos Kiefer Sutherland en el papel de David, líder de los vampiros, Jamie Gestz interpretando a Estrella y Jason Patric, como Michael, ejerciendo de hermano mayor, Corey Feldman (de Los Goonies [1985, Richard Donner]) y a una veterana como es Dianne Wiest, toda una madraza.
Todo esto y el buen paso de los años hace que esta cinta sea para algunos una obra de culto. La frase de la película:“¡¡¡Mi hermano se ha convertido en un vampiro de mierda!!! ¡¡Verás como mamá se entere!!!”.
MIGUEL ÁNGEL ACOSTA RODRÍGUEZ