Recientemente
he terminado la lectura de “Juan Carlos I: El hombre que pudo reinar” de
Fernando Onega. Se trata de una magnífica biografía cincelada a base de la
cuidada experiencia periodística de su autor.
Estamos ante un libro que, más allá
de otro tipo de connotaciones, a través de sus páginas tan magnifica y
documentalmente redactadas, se nos presente la figura de Juan Carlos, como persona,
con sus aciertos y sus errores; con sus debilidades, y sus deseos, como
cualquier otro ser humano. Pero el autor del libro, también nos presenta la
figura de quién ha sido el Jefe del Estado en España durante casi cuatro
década. Pese a quién le pese… Una figura
política, institucional y diplomática de reconocimiento y talla
internacionales. Como se dice en el libro, ha sido el mejor embajador que ha
podido tener España desde los albores de la Transición. Su papel, muchas veces
discreto y en un segundo plano, ha dado pie resolver de forma eficaz cientos de
problemas de los que este país no ha sido ajeno, y de los que sin esa
intervención, hubieran desembocar en situaciones mucho más complejas.
El libro no trata de ensalzar la figura
del actual Rey emérito por el mero hecho de demostrar una afinidad monárquica,
que la evidencia. Fernando Onega pretende, y bien que lo ha conseguido, explicar
a esta generación de jóvenes que, embaucada en los ríos rancios de unas políticas
casposas y absurdas, que el Rey Juan Carlos no forma parte de “la casta”, de la
cual ellos ya forman parte. Su figura ha sido clave y, por ello, está muy por
encima de lo que ellos creen. Ha sido, sin ningún género de dudas, una pieza
imprescindible de las últimas cuatro décadas de la vida política, social,
económica, y diplomática de España.
El volumen, que reúne gran
cantidad de referencias acerca de la
figura del monarca, es de lectura amena, entretenida y, lo más importante,
documental. A través de sus páginas encontramos cientos de datos y detalles de
otras tantas situaciones y personas, de cientos de anotaciones que nos dan una
idea global pero a la vez, real de la figura de un hombre que pudo reinar. Si
debe pasar a la Historia por muchas cosas, uno de los grandes hitos en su
haber, es el día que, muleta en mano y ante una cámara de televisión, fue capaz
de reconocer su error y pedir perdón a sus ciudadanos.
Recomiendo la lectura de este
volumen. Además, aporta una importante visión histórica, sociológica e institucional
del reinado de Juan Carlos I. Sólo así, con documentos cómo éste, los españoles
seremos capaces de entender y comprender la figura de quien, con muchas más
luces que sombras, durante estos últimos casi cuarenta años ha sido (aún hoy
después de casi un año desde su abdicación), es la mejor carta de presentación
que jamás podía tener España.