Revista Literatura

Jueces de tres al cuarto

Publicado el 12 diciembre 2010 por House

En la ciudad natal de Jovellanos el personal ha perdido el norte. Si bien es cierto que después de tantas derrotas ‘en los campos de España’  la mareona necesita un revulsivo que dé brillo y esplendor, no menos cierto es que no hay que buscar cabezas de turco, ni responsabilizar al mister de la debacle.
¿De qué serviría el relevo? ¿Acaso esta hecatombe sólo es responsabilidad suya? Esos jueces inexpertos que se dejan llevar por la piel antes que por la razón andan errantes y desorientados. No saben lo que dicen. Como decia hace pocos días uno de los jugadores, la responsabilidad es de todos. Del mister, claro. Pero también de toda la plantilla, del equipo técnico, de la directiva y… ¡qué nadie se olvide!, de la suerte.
El fútbol, como otras lindezas de nuestro entorno no sólo se configura con grandes dosís de trabajo, esfuerzo, ilusión y compromiso, Hay un ingrediente más que pasa desapercibido y que no podemos olvidar: la suerte. En el fútbol también juega un papel fundamental la suerte. ¿De qué sirve un equipo ejemplar a todos los niveles, si no se consigue que los balones se estrellen en la portería contraria? De nada, entérensen, señores jueces de pacotilla, sin toga, sin experiencia y, lo más grave, sin seriedad para sentenciar.
No es el momento de relevos. Es época de reflexión, de trabajo en equipo, de revulsivos, de asumir responsabilidades, enmendar errores presentes y pretéritos, y mirar hacía adelante con firmeza, seguridad, entusiasmo, lucha, y entrega.
Qué nadie me venga con sentencias de tres al cuarto, ni con milongas con aroma a venganzas amaneradas y rocambolescas de revistas del corazón. Pero si alguno de esos jueces de tres al cuarto que ya sentenciaron a quién no debían, tienen en su bolsillo la solución al desastre, que se brinden voluntarios a dirigir a la plantilla, y esperaremos resultados. Si me atengo a ciertas actitudes, puedo asegurar que el desastre sería mayor. Seguro. Lo dicho, a trabajar, a luchar, y a enmendar errores.
Las sentencias para los jueces, para los de verdad. Los otros que se callen, y se pongan en movimiento. Es muy fácil hablar y sentenciar sin moverse de la poltrona.

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