Jueves de Dolores

Publicado el 14 abril 2011 por Revistaletralibre
Jueves de Dolores, 14.IV.2011
Apenas veinte metros. O eso era lo que mi percepción me avisaba que había entre aquel vehículo que ¿decidió? ir por un carril de la izquierda que no existía y el mío. Se comió un bloque de hormigón y voló por los aires. Voló. Cuando detuve el coche y bajé para ¿poder hacer algo? olía a plástico quemado. A tubos rotos. No quise acercarme al coche accidentado. ¿Para qué? En cuanto pudimos, Manolo que iba segundo y yo aprovechamos el hueco que dejaba la ambulancia y nos fuimos al trabajo, donde llegamos a tiempo a pesar de todo.
No sé si era un hombre, una mujer, o si había niños. No sé si está bien, si está herido o si ha muerto.
Ahora mis compañeros me preguntan. ¿Qué tal el susto? ¿Tú estás bien?
Y yo estoy bien.
Ya no sé qué más escribir. No sé si debería escribir más, o si simplemente mi torpeza me impide poner palabras para describir una horrible secuencia de imágenes sonido no hubo ninguno, iba escuchando música- que me puso por delante la vida en un momento. A veces pienso o siento que debería dejar de escribir patrañas y palabrería en vano, que esto que hago en este instante no sirve para nada. Quizás para soltar en las letras lo que mi alma quiere repeler, como la piel repele la puya de un rosal. Creo que ése es el único sentido que tiene esto.
Llegará el día en que incluso olvide lo que he visto. O no del todo. También a veces pienso que debería ser como un robot y limitarme a actuar inteligentemente pero sin sentir tanto. Pero justo después de ese absurdo pensamiento me invade otro de necesidad de sentirme y ser humano, verdadero y de querer sentir, recibir sensación y ­precisamente así- vivir. Simplemente vivir. Lo que quizás no haga el que conducía aquel coche.
Ahora, a dar gracias a Dios como siempre y a seguir adelante, procurando hacer el bien y ser más persona cada día.
Qué cursi me pongo y qué poco me gusta leer esto luego. Pero lo he escrito
por necesidad.
En tres días estarán los pasos en la calle. Será Domingo de Ramos. Eso si estamos aquí para verlo. Tres días. Cuánto tiempo. O qué poco.
Pedro Jaén