Se paró en el medio de la convención de Dioses he hizo su descargo: -Debería existir un mandamiento que le prohíba a la luz agrietarnos las pupilas, o al menos un ministerio de defensa al que pueda uno ir a quejarse por la violación armada del iris.
Propongo cárcel y sentencia perpetua para el atentado minúsculo de contrastes.
Y bien se podría de paso, apresar al sol por daños colaterales.
Mientras para el mundo no pasa nada, no hay derecho... no, no hay derecho de reventarme así los ojos viendo al sol dormir en la penumbra.
Los Dioses tomaron el caso y luego de analizarlo concienzudamente emitieron el veredicto.
A ella la condenaron a poeta, al sol le regalaron las ventanas.
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