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Julio César Galán. Márgenes

Publicado el 20 abril 2012 por Santosdominguez @LecturaLectores
Julio César Galán. Márgenes
Julio César Galán.
Márgenes.
Pre-Textos. Valencia, 2012.
Márgenes viene escrito con la mirada madura del último estadio de la poesía española con identidad, y reconocible más o menos en un polimorfismo antologado por Juan Carlos Abril en Deshabitados (Granada, 2008). Un periodo diverso de los nacidos hacia 1975, con su ramillete de decires, que en Julio César Galán (1978) muestra intimidad de fondo como canto, fraseo entrecortado en la elocución (con la sinapsis en definitiva), y cierto irracionalismo controlado hecho primacía de la imagen sobre el narrar, maneras generacionales en las que este atento poeta extremeño se encuadra. Lo hace con decir propio, frente a los poetas del mero cliché tras esta mirada fragmentaria, pues a veces la manufactura del falso haiku y el silabeo de lo aforístico llegan con maniera o pretenciosidad hermética (o simplemente huera, desde la pequeña paradoja más o menos preciosista). No es el caso de Julio César Galán.
Tal y como reconoce el autor en los agradecimientos, Márgenes es un diario escrito entre 2003 y 2010 que ve finalmente la luz desde la perspectiva descrita, reconocida con el premio Villa de Cox en 2011. Priman en el dietario tres miradas donde veladamente se nos habla de amor, contemplación de la naturaleza y de elegía, cuando nos despedíamos de los últimos sueños de nuestra juventud. En esa entrada en la madurez brillan con fuerza el mundo de la amada y del dolor, junto a una elaborada y delicada tropología donde lo visual y lo enigmático se conjugan desde el saber decir descrito; marca de lo más reconocible del comienzo de siglo de la poesía española en su diversidad y que hemos llamado convencionalmente poéticas del fragmento. Ese intimismo silabea su presencia como sentimentalidad amorosa o elegíaca, juega a velarse y contarse desde el tropo y la metonimia como enunciación. O si prefieren, desde una manera ensoñada que no quiere o puede decir rotundamente, pues prefiere ligar astros/ desde el borde de un corazón. Esos son los márgenes del poemario o lugar desde donde atreverse a decir. Desde donde crear el nuevo lugar de la elocución frente a la plenitud de los 80, o las poéticas esenciales y de la estepa del esencialismo existencial de algunas propuestas de los 90. Con ese punto de vista el tratado de intimismo se sitúa como un ejercicio renovador de la manera de construir esta nueva poética, donde la metonimia y la sinapsis conviven junto al mundo de imágenes que construyen una poesía que entremezcla lo elegíaco y lo celebratorio, que se da a través de poemas en prosa que se convierten en verso y viceversa como partes de un poema más extenso.
Julio César Galán se coloca pues en esa inestabilidad del sugerir frente al afirmar o decir, o recortar lacónicamente. Aunque el autor de esa heteronimia o esa Intrapoesía, propuesta que se define como: “Poesía de la lectura. Poesía de la otredad. El distanciamiento, no el reflejo de lo personal mediante la transformación de lo leído en poesía. Fusión de crítica y poesía”, esté experimentando un nuevo cauce, estos poemas de Márgenes junto con los de Tres veces luz (Barcelona, 2007) y el próximo Inclinación al envés están cargados de oficio y atención a un momento de la literatura española. En el caso de este libro lo ha hecho con delicadeza y sobre todo, con un hábil sentido de la imagen construido desde la relación que establecen contemplación, intimidad e inestabilidad. Ha sabido así adentrar la mirada por una parte, y por otra elevar la vista para establecer un sinfín de correspondencias con el mundo de la naturaleza y la amada, tal y como hemos adelantado. Allí encuentra un fértil venero entre ella y el tropo: tocar los árboles como parte del brazo o esos bosques bajo sus párpados (y tantas en esa órbita), de este contemplador de nubes (las nubes y la nieve desmigajándose como unas alas), capaz del entusiasmo en ocasiones (el estupendo Nubes alrededor, entre otros) y no hacer del fatum el único sentido vital. Delicadeza, contemplación y un verso construido alrededor de una cuidada construcción de la metáfora (propia y no usada además, entre sus otros méritos), nos presentan a un renovado poeta frente a Tres veces luz (2007) o El ocaso de la aurora (Madrid, 2004), dos poemarios muy cuidados, pero no tan modernos como este. El amor, la elegía, la madre, la reflexión y la naturaleza como inventio, van casándose en las tres partes del libro para hacer de él una unidad dispuesta para lectores avezados y dispuestos a los nuevos modos. Los trae Julio César Galán y sus Márgenes, al que habrá que empezar a considerar desde hoy muy seriamente.

Rafael Morales Barba

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