La verdad, juré que no existías, pero te vi una tarde parado en el anden de mis deseos, no supe cómo llegaste ahí, en qué momento te metiste entre ceja y ganas, pero ahí estabas, haciendo temblar mis labios por tatuarle besos a los tuyos, nos faltaban tardes, nos sobraban palabras, se destendían deseos y nos gastamos las horas entre mi risa y tu sonrisa, entre la cama y tu boca, entre mi sexo desnudo y tu miembro perfecto, entre orgasmos húmedos y sudor salado y cerré los ojos para no verte real, para no creer que estabas ahí, que tenías cara y voz, olor y sabor, que no eras producto de mi pérfida imaginación…
Liliana Quijano
Publicado por: gogolEtiquetas: Frases de reflexión, Mujer, Palabras de amor