Esa misma noche, de vuelta a su casa, César cuenta lo sucedido a su padre. El viejo se enfada con él y le dice que no bromee con esas cosas; sabe que su hijo no bebe y piensa que le quiere gastar una mala pasada. César, llorando, insiste en que lo que cuenta es la pura verdad.Al día siguiente van a la catedral de Baeza y dejan apalabrada con el Deán una Misa por el descanso de su madre. No dan detalles: el padre estaba incómodo y César sabe poco de iglesias.Llegado el día previsto, César y su padre llegan al templo catedralicio; desconozco si les acompañaba alguien más de la familia. Todo transcurre con normalidad durante el desarrollo de la liturgia hasta que, en el momento en el que el celebrante alza la hostia consagrada con ambas manos, César ve a su izquierda la figura de su madre. Ésta le sonríe y le da las gracias. De un codazo avisa a su padre y, con un movimiento de cabeza, le insta a que mire en la dirección en la que está viendo a la aparición. El padre mira y, encogiéndose de hombros, hace saber a su hijo que no ve nada; César se tapa los ojos con las palmas de las manos y espera a que termine la celebración.Al salir de la Catedral, el padre pregunta a su hijo el motivo de su llamada de atención. César le cuenta lo que ha visto y su padre comienza a llorar. Ambos se abrazan.
Juzgad vosotros (2)
Publicado el 03 septiembre 2010 por EugenioolivaresEsa misma noche, de vuelta a su casa, César cuenta lo sucedido a su padre. El viejo se enfada con él y le dice que no bromee con esas cosas; sabe que su hijo no bebe y piensa que le quiere gastar una mala pasada. César, llorando, insiste en que lo que cuenta es la pura verdad.Al día siguiente van a la catedral de Baeza y dejan apalabrada con el Deán una Misa por el descanso de su madre. No dan detalles: el padre estaba incómodo y César sabe poco de iglesias.Llegado el día previsto, César y su padre llegan al templo catedralicio; desconozco si les acompañaba alguien más de la familia. Todo transcurre con normalidad durante el desarrollo de la liturgia hasta que, en el momento en el que el celebrante alza la hostia consagrada con ambas manos, César ve a su izquierda la figura de su madre. Ésta le sonríe y le da las gracias. De un codazo avisa a su padre y, con un movimiento de cabeza, le insta a que mire en la dirección en la que está viendo a la aparición. El padre mira y, encogiéndose de hombros, hace saber a su hijo que no ve nada; César se tapa los ojos con las palmas de las manos y espera a que termine la celebración.Al salir de la Catedral, el padre pregunta a su hijo el motivo de su llamada de atención. César le cuenta lo que ha visto y su padre comienza a llorar. Ambos se abrazan.