Bibliometro S06E01. ¡Otra temporada bibliometrense ha comenzado! Y vaya vaya, miren lo que tenemos: una colección de cuentos de terror y locura que se me apareció inesperadamente y yo me dije, aprovechemos, es una señal del destino. La editorial, merece la pena decirlo, es Quaterni, especializada en literatura oriental; un vistazo a su web te deja babeando. Es un verdadero placer leer, honestamente, ¿qué otra cosa se puede querer hacer en la vida? Saber lo que tienen que decir y contar personas de todo el mundo.
Primero que todo, Kaiki comienza con un prólogo que consiste en una breve reseña informativa sobre los doce autores que componen esta compilación, mencionando sus rasgos más destacados y sus obras más famosas. Desde luego, estos doce autores varían en fama o reconocimiento así como en cantidad bibliográfica. Hay entre medio un par de escritores malditos que murieron demasiado jóvenes, todo eso queda dicho en el prólogo. Luego de la nota de traducción y la introducción, de la que podemos destacar la definición de kaiki, "un término que sirve para definir las cosas sobrenaturales y tétricas", vienen los doce relatos:
-La lengua del diablo, por Kaita Murayama ("famoso por la vida extraña y destructiva que llevó"): Cuento escrito y/o publicado el año 1915, sorprende por lo escabroso y violento que es, además de su sórdida imaginación. Es un cuento que por lo demás me gustó un montón y que trata más o menos de lo siguiente: un hombre se hace amigo de un acaudalado y excéntrico poeta, de quien recibe un extraño telegrama que lo guía a una carta en donde le explica, con lujo de detalles, su vida plagada de desgracias y maldiciones que, más o menos, explican su extraña forma de vida. Es mejor no revelar mucho más, pero lo que se cuenta es sangriento, brutal y fatal. Juega, además, con una dulce y atractiva ambigüedad: la sugestión y la locura pueden ser más monstruosos que los verdaderos monstruos, si es que acaso existen estos.
-El demonio del cabello blanco, por Kido Okamoto. Del año 1928, tenemos una historia que igualmente juega con esa ambigüedad entre locura humana y misterios/sucesos sobrenaturales. Tenemos a un estudiante universitario alojado en una pensión en la que se hospeda también otro brillante estudiante de derecho que, sin embargo, no puede aprobar su examen final y graduarse por una singular razón: lo acosa una fantasmal mujer de cabello blanco. ¿Puede ser posible? Este hecho, de por sí intrigante, se cruza con las penurias amorosas del brillante casi abogado y la hija de la pensionista, una susceptible muchacha que no quiere ver partir a su amado. Este es un cuento bastante efectivo y solvente, un poco rutinario eso sí, pero escrito con una prosa elegante y bastante sugestiva, por lo que de todas formas genera una atmósfera de expectación que te mantiene atento a este terror de carácter más bien espiritual y contemplativo. Y menta, por qué no.
-Kaiiki: un relato de espíritus marinos, por Kyoka Izumi. Del año 1906. El mar es fuente inagotable de historias anómalas, criaturas monstruosas, misterios eternos. En este cuento tenemos a un pescador que vive con su familia en una humilde cabaña ubicada en lo alto de un risco al borde del mar. El marido se va de pesca, la mujer queda en casa cuidando de la recién nacida. Es una doble historia por así decirlo: llega un muchachito repartidor de periódicos que también trabaja de pescador y que, para limpiar su honra (tiene reputación de llorón y miedoso), le cuenta a la mujer la historia por la que es conocido, para que vea que es totalmente natural cagarse de miedo cuando algo así sucede. Esta historia contiene los elementos propios de un relato de fantasmas (marinos): la normalidad trastocada, el miedo, el clímax, la salvación por los pelos. Además está narrado por la voz del personaje, lo que le da un carácter oral o tradicional, como si te la contara un pescador en persona. Luego viene la definición dada por los editores de Kaiki: el terror y la locura, si acaso la imaginación contaminada y envenenada de miedos empuja a las personas a trágicos finales sin explicación para quienes no "vieron" lo que vio la persona afectada. El autor, como los anteriores, aunque de manera menos velada, se pregunta si mucha superstición no termina siendo así de perjudicial, si es prudente tomarse estas historias tan en serio... podrías perder más que tu cordura.
-La cara dentro de la hornilla, por Kotaro Tanaka. Del año 1934. Este cuento se decide por completo por el misterio inexplicable, por el "se encontró con una maldición porque estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado", por la fatalidad inevitable. El protagonista es un samurái que se la pasa jugando Go con un viejito al que siempre le gana. Un buen día aparece un bonzo, un monje budista errante, con quien comienza a tener partidas más competitivas. Pero el bonzo es un hombre misterioso y, por querer saber más de él, quizás el samurái vea cosas que le traerán terribles consecuencias. Este cuento alterna entre una atmósfera bien relajada y festiva con un ambiente tétrico tangencial que, poco a poco, se apodera del relato. La resolución es algo abrupta pero se entiende su carácter inusitado e intempestivo de dejar impotente al pobre humano.
-Una noche de primavera, por Ryunosuke Akutagawa. Del año 1926. El cuento más corto, es una miniatura anecdótica. Una enfermera le cuenta al protagonista algo muy raro que le pasó en un trabajo anterior, y que tiene que ver con caminar de noche y ser acosada por alguien que podría ser un simple maleante o un espíritu de manos inquietas. Una historia muy curiosa que se enfoca no tanto en lo terrorífico como atmósfera o como efecto, sino como temática a desmitificar. El autor definitivamente parece darle un toque cómico, descreído y algo desdeñoso a todo el asunto de impactarse tanto por supersticiones, lo cual parece explicarse con un final bien jocoso y no carente de tórrida malicia.
-La serpiente, por Ogai Mori. Del año 1911.Quizás el cuento menos interesante (mentira, el penúltimo es, con diferencia, el menos interesante, el "más peor") por su excesode racionalismo en los personajes, algo que nunca viene bien en relatos así, siempre debe haber un contraste, una concesión a lo inexplicable, como en el cuento anterior, burlesco y todo, pero el hecho sobrenatural en sí no se resuelve, queda en un misterio que interesa menos que su carácter lujurioso, pero queda como misterio abierto a las posibilidades al fin y al cabo. En este caso es sobre un médico hospedado en una casa regentada por una familia que siempre lo ha pasado mal porque, bueno, la gente se vuelve loca por cosas más o menos triviales (al médico le cuentan la historia familiar, entre medio hablan de cosas culturales). Es el que menor impresión me dejó y quizás lo extraño venga de una serpiente que el protagonista debe eliminar porque le causó un ataque nervioso a la esposa del dueño. ¿Fantasmas, monstruos, locura? Naranjas...
-Jimenso: El bubón con rostro humano, por Jun'ichiro Tanizaki. Del año 1919. Ciertamente uno de los que más me gustaron porque tiene que ver con el cine y con un misterio sumamente interesante. La protagonista es una actriz japonesa a la que le llega el rumor que hay una extraña y desconocida película suya siendo exhibida en cines del extrarradio de Tokio. Se nos describe cómo es la cinta, que tiene que ver con fugas, amores imposibles, maldiciones post-mortem, deformaciones corporales, espíritus malignos y rencorosos... Un filme muy terroríficamente nipón, vamos. Pero... ¿de dónde salió esa película? Y eso es lo que la actriz se propone, iniciando su fascinante investigación. Oh, claro, como toda película de terror, se dice que los espectadores experimentan inexplicables fenómenos durante el visionado, así que no hay forma de que este cuento no les interese de alguna manera, pues invoca el terror como un agente de género, el terror como algo estético y narrativo más que atmosférico o efectista.
-La momia, por Atsushi Nakajima. Del año 1942. Otro breve cuento, pero realmente entretenido del que es mejor no revelar mucho salvo que, más que terror, tiene que ver con la locura y, ojo, paradojas temporales-espirituales, si es que eso les hace sentido. Pero el cuento tiene sentido dentro de su contexto y te deja, en efecto, bien loquito. Ojo, que es sobre persas y egipcios, muy lejos del país del sol naciente.
-El infierno está en el espejo, por Rampo Edogawa. Del año 1926. Un grupo de amigos están reunidos para contarse historias insólitas, fantásticas, terroríficas. La que se nos remite es la última de la velada, y de nuevo, se caracteriza más por su carácter esquizoide, desquiciado, alocado, excéntrico. Es la historia de un singular muchacho que, desde pequeño, mostró fascinación por los espejos, fascinación que fue creciendo y adquiriendo tintes tétricos a medida que crecía y, gracias a su fortuna e inteligencia, podía dar rienda suelta a ideas cada vez más descabelladas y depravadas. Una historia curiosamente bastante lógica y racional, en tanto cada escena terrorífica (el loco tenía por costumbre crear ilusiones ópticas que podían hacerte pensar que estabas frente a un fantasma decapitado, por ejemplo) tiene su explicación, todo excepto qué demonios tenía el loco en la cabeza para terminar como terminó: aprisionado y víctima de sus invenciones. Un cuento sumamente entretenido, diabólicamente creativo. Un imperdible, pero no podía ser otra manera con el especialista de Rampo Edogawa, quizás el más conocido de los autores listados (al menos en lo que se refiere al género).
-La sombra de la muerte, por Juran Hisao. Del año 1939. Una enfermiza y desquiciada y divertida historia de amor sobre un profesor que es contratado por una excéntrica y solitaria mujer, heredera de una fortuna que le permite vivir con comodidad y tranquilidad, pero dueña de una, ejem, singular y peculiar forma de ver la vida y de comportarse, dueña de un carácter impredecible, apabullante y muy desequilibrado, en tanto le gusta jugar con las personas, someterlas a toda clase de ocurrencias, sin mencionar su crueldad para con los animales. Sin embargo, el profesor poco a poco se enamora de tan extraña muchacha y hará toda clase de cosas para demostrarle su cariño. Otro cuento que me ha gustado mucho y que además lleva hasta el extremo esto de la locura humana como el verdadero terror que se puede tener en este mundo.
-Una historia de apariciones, por Rohan Koda. Del año 1938. No es un mal cuento, seamos claros, y tiene su aquel, pero es tedioso y se alarga demasiado para contar algo que no deja de ser una anécdota poco terrorífica. Primero cuenta una breve historia sobre una expedición que escaló, en ese entonces, por primera vez una alta y escarpada montaña, que luego cae en la desgracia y termina con los sobrevivientes creyendo ver un homenaje espiritual a los caídos. Por lo breve y lo conciso de su narración, esta historia de montaña me gustó y me interesó. Luego viene una historia de mar, una historia de pesca, que en esencia trata sobre un hombre y su barquero que pescan algo que no deberían haber pescado y cuyas consecuencias podría perseguirlos terriblemente. ¿El problema? Este segmento consiste en una larga e innecesariamente detallada explicación de técnicas de pesca, lugares idóneos para pescar, métodos y soluciones a las que recurrir cuando tal o cual cosa sucede, todo lo cual, demonios, no viene a caso por más que el narrador diga que es su deber precisar todo ello dado que es una historia de mar y pesca. Qué gracia tiene describir anzuelos, cañas, botes, con sus características ergonómicas e históricas, por favor. Al menos cuando los viejos están pescando y ocurre lo "sobrenatural" la lectura se hace más amena porque los viejitos son simpáticos y para variar te están contando algo concreto, pero no veo justificación para solazarse tanto en detalles intrascendentes. Es como si alguien contara una historia terrorífica en un tren y se la pasara el 80% del cuento explicándote el mecanismo de los trenes, el motor, las ruedas, los rieles, quién inventó qué máquina, por qué es mejor a vapor que a carbón o petróleo o electricidad. No viene al caso.
-El muchacho de los naufragios, por Kuysaku Yumeno. Del año 1934. Acá tenemos otra historia que ocurre en el mar, en un inmenso buque mercante, con sus estrafalarios personajes todos presas de un miedo supersticioso e irracional: un bello y femenino muchacho que, se dice, lleva los naufragios a todo barco en el que se sube. ¿Será real? Este cuento es más bien una aventura (o desventura) marítima que basa sus peripecias en el terror como locura humana y como elemento efectivamente sobrenatural, sin explicación, que te deja con la duda de si todo fue superstición o fue real. Como sea, lo más peligroso de cuento es, desde luego, el mar y su carácter tempestuoso. Qué mayor terror que el mar, en medio de la nada. El hombre contra la brutal naturaleza. Muy buen cuento y muy buena manera de concluir este viaje. Había que hablar de cada cuento, no podía ser de otra manera.
Ese 05 FEB 2024 timbrado parece uno de esos imbéciles que conducen camionetas gigantes que luego estacionan ocupando dos espacios porque sí, porque pueden, porque sus ruedas de tamaños extremos y dimensiones hercúleas vienen a compensar quién sabe qué. Como sea, Kaiki parece estar en circulación desde este avanzado 2024, siendo pedido en cinco ocasiones. Hay ocho ejemplares más dando vueltas, lo cual me parece llamativo. Esperemos que mucha gente se esté aterrando con estos cuentos venidos no sólo de tierras lejanas sino que también de tiempos antiguos. Los terrores no han cambiado mucho, ¿no? Son universales e intemporales.