Ahora ya puedo decir qué bonito es Japón.
Después de haber visto infinidad de templos en China, Tailandia, Camboya y Vietnam andaba yo un poco escéptico sobre si llegaría a impresionarme viendo los templos en Japón y la verdad es que así ha sido, Nikko y Kamakura han resultado ser dos lugares de increíble valor histórico y estético que me han dejado maravillado. Y eso que aún no he visto Kyoto, me dicen por aquí...
A principios de Junio me junté con unos amigos de la universidad para ir a Kamakura y pasamos el día viendo templos y más templos. Dicen que es una visita indispensable cuando se viene a Japón, sin duda una de las mejores excursiones culturales.
Kamakura es una ciudad situada a 50 km de Tokyo, en la Prefectura de Kanagawa. Aquí se establecio entre los s. X y XII la capital del primer gobierno militar feudal japonés, el shogunato del clan Minamoto.
Kamakura es famoso por sus templos y santuarios, tiene tantos que es imposible visitarlos todos en un día, nos vemos obligados a elegir.
Las principales atracciones turísticas se reparten entre dos zonas, por un lado la zona de templos Zen en Kita-Kamakura (Yamanouchi) y por otro la zona alrededor de la estación Hase con el gran Buda y el templo de Hase Dera. Empezamos la visita desde la estación de Kita-Kamakura y como sólo podíamos dedicar la mañana tuvimos que elegir dos templos Zen: el Templo de Engaku-ji y el Templo de Kencho-ji.
Templo de Engaku-ji
Se encuentra junto a la estación de Kita-Kamakura, a mano izquierda tras atravesar el paso a nivel.
El templo data de 1282 y es uno de los centros Zen más famosos del país (Zen es una escuela budista especializada en distintas técnicas de meditación). Fue construido por un monje zen chino por orden de Hojo Tokimune, regente japonés totalmente entregado a la filosofía Zen, durante el periodo de crisis que vivió Japón con los intentos de invasión del Imperio Mongol. Por situarnos un poco en el marco de la historia de Asia, en el mismo momento Vietnam conseguía también repeler el intento de invasión mongol en la Batalla del río Bach Dang, en la Bahía de Ha Long.
Nada más entrar en el recinto, merece la pena echar un vistazo a la izquierda al pabellón dedicado a la práctica del Kyudo, el arte marcial japonés de tiro con arco. Ese día nos encontramos con una exhibición bastante espectacular del mismo.
Saliendo del pabellón, subimos las escaleras y llegamos a la Sanmon, la puerta principal.
Tras atravesar la puerta se llega al Butsuden o Hall Principal donde tienen lugar las celebraciones públicas.
Detrás se encuentra el Dai-Hojo, la residencia del sacerdote jefe del Templo de Engaku-ji.
El patio de la residencia está lleno de estatuas con diferentes expresiones en la cara, cada una representa uno de los templos de peregrinaje en honor a la diosa Kannon repartidos por Japón.
El templo del Dai-Hojo está abierto para aquellos que quieran estudiar y practicar la meditación Zen.
En la parte de atrás hay un precioso jardín con estanque, el Myokochi, diseñado por el propio sacerdote fundador. Es lo que más me gusta de los complejos de templos japoneses, que los pabellones y los jardines están dispuestos en armonía perfecta.
Después de pasar el jardín llegamos a la pieza más importante del complejo de Engaku-ji, el Shari-den. Este santuario es el edificio más antiguo del recinto, data del s. XV, y en su interior se consagra un diente del mismísimo Buda. Está considerado Tesoro Nacional de Japón y no está abierto al público salvo contadas veces al año.
Templo de Kencho-ji
Fue el segundo templo Zen que visitamos en la zona de Kita-Kamakura, a 1 km de la estación.
El templo de Kencho-ji es el más importante de los templos Zen en Kamakura y el monasterio dedicado al entrenamiento Zen más antiguo de Japón. El fundador de este templo fue un maestro zen chino llamado Rankei Doryu que abandonó China en 1246 para enseñar Zen en Japón.
Lo primero que nos encontramos al entrar en el recinto es la puerta principal, Sanmon. El tamaño de la puerta es impresionante, así como la decoración y el trabajo en madera.
A la derecha de la puerta se encuentra el Bonsho, un templo que contiene una gran campana fundida en 1255, hoy designada Tesoro Nacional.
Tras cruzar la puerta Sanmon atravesamos un pasillo de enebros con más de 750 años de antigüedad plantados con semillas traídas de China y llegamos al Butsuden o Hall Principal.
Dentro del edificio hay una estatua gigante de madera de Buda.
A continuación está el Hatto, el edificio donde se llevan a cabo las ceremonias de cara al público.
Dentro hay que prestar atención a la decoración del techo con un enorme dragón pintado y a una estatua de Buda en ayunas.
Si seguimos el recorrido del complejo, llegamos hasta el Hojo o residencia del sacerdote, actualmente utilizada para la celebración de servicios religiosos y para uso de aquellos devotos de la meditación Zen.
En la parte de atrás de la residencia hay otro jardín Zen muy bonito que invita a los visitantes al reposo y a la meditación.
La visita a Kamakura es muy interesante pero la cantidad de templos es abrumadora, dan ganas de visitarlos todos pero no da tiempo, ya que cada uno de ellos es a su vez un complejo con santuarios y jardines por el que da gusto perderse. Para nosotros dos fueron suficientes. Queda por contar lo que dio de sí el día por la tarde viendo el Gran Buda de Kamakura y el templo de Hase Dera.
Tendré que volver algún día para seguir viendo más templos, me quedé con las ganas.