Kintsugi

Publicado el 08 noviembre 2023 por Atom Cobalto

El centenario arte japones de reparar las piezas de cerámica rota con oro para hacer latente las "heridas" se ha convertido, a día de hoy, en una filosofía de vida.

Quizá una filosofía que se aplica más cuando ya tienes una edad, cuando tu cuerpo y tu alma han sufrido dolor y desgarros emocionales y cierto dia dices "hasta aquí he llegado".

De forma imaginaria pegas tus pedazos con color oro para que esas heridas, que forman parte de la experiencia, te recuerden que tú eres lo que has vivido y que no dejarás que nadie o nada te vuelva a hacer daño. Y, aunque es algo casi imposible porque es parte de la vida, sí que comienzas a tomar medidas para que no se repitan, al menos, las mismas heridas.

Cicatrices que llevas con orgullo porque eres humano, porque te has equivocado muchas veces y otras tantas te han juzgado sin fundamento, convirtiéndote en el blanco de traiciones y manipulaciones.

Gente que te ha usado, que se aprovecharon de tu confianza. Gente que te fue infiel porque le importaba más el placer que el respeto. Amigos por compromiso y abrazos llenos de espinas dulces.

La heridas acaban cicatrizando y, esas cicatrices, te recuerdan que tienes una historia detrás de ti. Una historia que debes recordar que no debes repetir aunque ello te lleve a tener nuevas cicatrices diferentes .

Nunca hay que jugar a ser dioses, a prestaler poca importancia a las caídas y limpiarnos facilmente las heridas que hemos sufrido. No hay dolor más inhumano que negarle a un hombre el dolor que siente.

Hoy luzco mis heridas con oro. Me recuerdan quien soy y por qué he llegado hasta aqui. Lógicamente tengo miedo de tener más cortes, pero jamás volveré a tener miedo de ocultarlas.