En esta obra el protagonista narra sus desventuras y sobre todo su hambre. Contar a lo largo de varias páginas cómo una persona que tiene hambre no para de dar vueltas por Cristanía para intentar lograr vender sus artículos y conseguir alguna corona que le permite pagar su habitación y comprar algo de comida. Los engaños a varia personas, sus vómitos al comer algo, su desesperación e incluso lo infantil en la forma de narrar los hechos convierten a esta obra en un exemplum digno de mención.
La sencillez narrativa y la falta de recursos estilísticos contribuyen al ahogo del lector en la desesperación del protagonista. La espiral en la que cae el iluso protagonista, siempre pensando en un futuro mejor, arrastra al lector a un punto de no retorno del que se sale con la boca seca y pensando en el mañana.
La novela, escrita en 1890, está de plena actualidad en nuestro país. El texto se convierte así en una obra maestra para olvidarse de las novedades que inundan los expositores de las librerias y que se olvidan del día a día de los lectores de este país. Ineludible lectura.