Una buena idea, es una buena idea.
Si le quitas el hueso a una aceituna y en su lugar pones un trozo de anchoa, habrás inventado una nueva forma de comer aceitunas, pero las anchoas y las aceitunas no son tuyas ni las has descubierto tú. Habrá que seguir cultivando y cuidando olivos si queremos tener aceitunas para rellenar. Tendrás que pasar todos los controles sanitarios y cumplir toda la normativa habida y por haber para hacer llegar tu grandísima idea al consumidor final.
Las buenas ideas han movido el mundo desde el principio de los tiempos; los profetas iluminados que se han creído el centro del Universo, por encima del bien y del mal, han sido su maldición. A veces es demasiado difusa la línea que separa a un tipo con buenas ideas, de un loco iluminado que quiere hacer cargar al mundo con su maldición.
Seguimos asistiendo atónitos al espectáculo que, premeditadamente y con una chulería y descaro que avergonzaría a cualquiera, Uber a montado en torno a sector del taxi. Leo uno de los muchos artículos que en los últimos meses se han podido ver en todos lo medios de comunicación. Éste viene a colación de la relación que Google mantiene Uber y en él se incluyen declaraciones de directivos y del fundador de la empresa. Esta parte me ha llamado especialmente la atención:
¿Cambiar la regulación española y europea una empresa venida de USA? Choca con la regulación que se encuentra en la mayoría de países en los que se quiere instalar y en lugar de intentar cumplir la ley lanza su producto, consigue que todo el mundo se fije en ella (entran como un elefante en una cacharrería) y luego intenta cambiar esa regulación que, de entrada, se pasa por el forro. Hace todo lo posible para convertir lo blanco en negro y que lo mío sea legal por mis cojones (perdón por lo feo de la palabra, pero es la que me ha salido).(...)Por otro lado está la ley. Uber, que ya choca con ella, “hace todo lo posible: su estrategia es lanzar, conseguir atención y luego cambiar la regulación” (...) El propio fundador afirmó, a propósito de la inversión, que su empresa “mira a Google por la conectividad estratégica en sus productos, además de por su experiencia evangelizando con nueva tecnología a gobiernos y cuerpos regulatorios de todo el mundo”. Con el dinero (1.200 millones de dólares y otros 800 que está buscando), Uber tiene dos planes: seguir creciendo y atajar problemas legales. Europa, por ejemplo, es un mercado regulado pero estratégico, así que en septiembre Uber contrató a un lobista para presionar en Bruselas.
¿Evangelizar a gobiernos y cuerpos regulatorios de todo el mundo? ¿Una experiencia religiosa? ¿La letra con sangre entra?
No tienen la menor intención de adaptarse a la normativa existente del país al que llegan, les parece una soberana estupidez que ese país le exija cumplir sus leyes. Somos salvajes con ritos paganos
condenados al infierno a los que hay que convertir, evangelizar para salvarnos del fuego eterno.
Solo han rellenado una aceituna.
Definitivamente, se les ha ido la pinza, son locos iluminados con dinero, mucho dinero.
Tenemos un problema.