Revista Diario

La aldea

Publicado el 20 julio 2018 por Pedro Sánchez @kbyte

Rozagantes paredes de concreto, altas y firmes, grises y tristes; Perfiles de aluminio y cristal blancuzco y transparente; Trozos de maderas finas y pisos epóxicos pulidos cual mármol, sin dejar de mencionar los amplios prados verdes. Así, mas o menos así es mi aldea…

La aldea

Como toda aldea, existen niveles jerárquicos que marcan el rumbo que hemos de tomar y llegar siempre a buen destino. En el más alto nivel esta “el papá” y “la mamá”, como en casi todas las familias comunes y corrientes. También, estamos el montón de hijos; los hijos  mayores acompañados de nuestras respectivas “familias” y de los hermanos menores a los que debemos enseñar la dinámica y funcionamiento de la aldea, pues somos los que, poco a poco, hemos poblado esta aldea tan pintoresca.

Algunos hijos se han ido a otras aldeas a buscar suerte y fortuna, otros más, somos los que nos hemos quedado, pasando de ser la o el rezagado u oveja negra, para ser el o la preferida de “el papá” o “la mamá” y tener algunos privilegios y mejor suerte que el resto de los hermanos.

Recuerdo un momento en la historia de esta aldea, en que llegaron a figurar dos hijos de la pareja, lideres de esta aldea. Por un lado, estaba “Ángela”, ella se caracterizaba por ir dando paseos en la aldea demostrando su cultura y amplio conocimiento y de alguna u otra forma, siempre se las arreglaba para no hacer sus tareas y delegarlas a alguien de la aldea que estuviera a su mando. Por otro el otro lado, estaba “Erik”. Él no destacaba mucho, era uno de los hermanos menores, hasta que un hermano mayor decidió irse a otra aldea, fue cuando “Erik” paso a ser un hermano mayor a cargo de mantener los almacenes de aldea bien surtidos, administrar las herramientas que usarían los aldeanos, suministrar el material necesario para que todos pudiéramos hacer nuestras actividades en la aldea y sobre todo, quien se encargaría de hacer la compras necesarias para que esta aldea siguiera en pie.

En la asunción de Erik, como hermano mayor, nadie se percato que venía con compañía extra y que, a pesar de haber sido un hermano menor, ya había formado su propia familia en la aldea.

Pues bien, Erik comenzó a mostrar peculiar afecto y atenciones, casi lastimeras con “la mamá” y en consecuencia se ganó su apoyo incondicional y regularmente lo respaldaba en la toma de decisiones, aunque equivocadas para muchos, pero tenia el apoyo firme de “la mamá”.

En un momento circunstancial, cabe mencionar, la aldea tenia problemas para satisfacer ciertas necesidades alimentarias y los aldeanos hambrientos, tenían que ingeniárselas para poder alimentarse fácilmente. Esta necesidad en la aldea fue el parte aguas para que “Erik”, con el apoyo de “la mamá” pudiera sugerir como “cocineros” y “encargados” del único centro alimentario de la aldea, a la familia que había formado como hermano menor y así, como agua en las grietas, se fue metiendo la familia de “Erik” a otros niveles en la estructura de la aldea, hasta que un buen día y también de manera “CIRCUNSTANCIAL”, cabe aclarar, “Erik” propuso a su “esposa” para que se hiciera cargo del almacén que, no muy hábilmente, el tenia a su cargo, sin mencionar actividades varias de apoyo en funciones muy particulares e importantes para el funcionamiento de la aldea y “la mamá” concedió la propuesta. Hasta ahora, esto queda en el anecdotario.

De “Ángela” no hay mucho que decir, solo que ella ha sido más hábil pues cuanto pide, se le concede; por ejemplo, más aldeanos de apoyo para desempeñar sus funciones, aunque en realidad es para delegar sus funciones. Las quejas de los aldeanos, por el mal desempeño de sus actividades ha quedado en el inconsciente colectivo, como eso, como quejas, pues llegan hasta “la mamá” y es ahí que se diluyen.

“El papá” ya esta cansado y no tiene mucho interés en estas peculiaridades, se cree que su hermano, tomará el lugar de “el papá” y es posible que llegue una “segunda transformación” en la vida de esta aldea, ahora que “las transformaciones” están muy de moda en estos tiempos, donde el favoritismo y el nepotismo descarado está vigente y mas presente que nunca.

Así, mas o menos así es mi aldea.

Fin.


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