Revista Diario
La alfombra roja. le tapis rouge.
Publicado el 17 diciembre 2012 por Evamric2012Había pasado el fin de semana en casa de unos amigos. Al regresar a casa y tras quitarse los múltiples complementos que el frío le imponía llevar encima, se sentó plácidamente en el nuevo sillón que se acababa de regalar unos días antes. Al principio les dijo que no iría. Demasiado trabajo, pocas ganas de campo y chimeneas, y ningunas ganas de una de esas infusiones que a Elena tanto le gustaba prepararle.Tras la insistencia de unos y otros y la llegada de unas incipientes fechas que hacía años no significaban nada para ella, volvió a negarse. Pero llegaron por sorpresa y los coches estaban esperando ante el umbral del patio. -Ya sabes lo que cuesta aparcarse por aquí... así que date prisa. Sólo serán dos días. Te damos cinco minutos y te esperamos abajo.La metieron en el coche de un desconocido. Alguien que también iba a pasar con todos ellos ese par de días en el campo.Enojada por ese secuestro y la imposición de darle cuerda a una persona que jamás había visto en su vida, selló sus labios ariscamente y se prometió responderle sólo a través de monosílabos acompañados de una escueta y amable sonrisa.Finalmente aquellos días no fueron tan insufribles y aquel ser con quien se mostrase tan huraña acabó hasta por resultarle interesante y tan contradictorio como ella. De regreso a casa, en el mismo coche y con aquella esa ya otra persona que había empezado a vislumbrar, intentó despegar algo más que algunos monosílabos.Se intercambiaron contactos, direcciones y alguna que otra sonrisa, esta vez más franca.En el mismo sillón en el que dejó su cuerpo caer nada más llegar, veía ahora la alfombra roja de la casa de campo.Y el milagro se operó al despertar cuando de nuevo volvió a ver aquella misma alfombra roja y no le vinieron a acuciar los recuerdos atolondrados ni el tormento absurdo que se había impuesto al seguir pensando y seguir dependiendo de un sentimiento que realmente nunca había merecido la pena.Ahora sólo le quedaba barrer debajo de la alfombra, recomponer el decorado, y seguir barriendo hasta ponerlo de nuevo todo en sitio. Y dormida ya y sin remordimientos se sintió la Reina de la Noche...