La ambición cegadora

La ambición cegadora

En estos momentos de incertidumbre andaluza supongo que un poquito arrepentida estará Susana Díaz. 

La innecesaria ruptura de su coalición, demuestra que esa mujer “pecó” de vanidad y soberbia. Su gobernanza era aplaudida por muchos y ella se dejó encandilar. 

En esa loca ambición de ser la Joya de la Corona socialista, apartó el pragmatismo de permanecer gobernando y abrazó una ilusión. 

Como Ícaro se lanzó al sol y se abrasó las alas. 

Los halagos de ser más y mejor que Pedro Sánchez, la cegaron. 

Olvidó que ella era un buen recambio para más adelante, no para hoy. 

Olvidó que Pedro Sánchez era el gran acierto socialista, sereno, sensato, amable, comunicador y joven; para muchas muy guapo, al estilo de Suárez. 

Olvidó tener en cuenta que el PP tiene miedo a Pedro y por eso daba alas a Susana a través de periodistas y políticos. 

Ella se dejó engañar por sus consejeros, porque se vio tocando el cielo. 

Ella puede ser que sepa gobernar pero no tiene la capacidad de analizar que una cruda realidad se cernía sobre toda España. 

Dos nuevos Partidos gustan a los españoles y ellos se dejan querer. Mientras, Susana los desmerecía casi con desprecio. Ahora los necesita y ellos la obligan a rebajarse. 

Susana sigue enrocada en el discurso de que trabaja para su gente, los andaluces, en otro bucle mentiroso para tapar su vergüenza. 

Susana no entendió que la ambición a veces nos juega muy malas pasadas. 

Gobernará… si alguno más quiere. Justo lo que dijo que no quería hacer, cuando rompió con IU.