Revista Diario
A veces olvidamos la calidez de la amistad y nos distanciamos de lo que de verdad nos hace felices. Nos centramos únicamente en la pareja con el pensamiento equívoco de que será para toda la vida o de que nos aportará un presente y un futuro estable, mientras que nuestras amistades pasan a un segundo e incluso a un tercer plato; dejan de ser nuestra prioridad y nos tomamos la osadía de despreciar un vínculo que siempre ha estado ahí, apoyándonos en los buenos y malos momentos. Olvidamos que la amistad es un pilar fundamental para nuestra salud mental; en la infancia nos ayuda a aprender estrategias de respuestas, en la adolescencia nos guía en la búsqueda de nuestra verdadera personalidad, en la juventud nos muestra el significado de la lealtad, y en la madurez supone un gran apoyo emocional tanto en los buenos como malos momentos. Muchas personas piensan que los amigos van y vienen pero que las parejas son para siempre, otras tantas piensan todo lo contrario, y el resto simplemente pasa de habladurías emocionales; quizás éstas últimas son las que tienen un razonamiento más lógico ya que no anteponen la pareja a los amigos pero tampoco anteponen los amigos a la pareja, es decir, para ellos ambos son importantes. Sin desviarnos del tema que aquí nos compete, la amistad representa un valor primordial en nuestro día a día, sin ella no seríamos capaces de socializarnos y seríamos pasto de trastornos psicológicos que impedirían nuestro bienestar. Es por ello que nunca debemos dejar de lado a esos amigos que siempre han estado ahí, que siempre nos han demostrado lealtad, comprensión y cariño. Esos amigos que, a pesar del compromiso que pueda suponer para ellos, nos dicen la cruda realidad aunque a priori nos provoque rechazo y dolor. No obstante, las crueles palabras que puedan espetar de sus bocas no tienen la intención de abultar la mierda ni de regodearse de nosotros, tienen el objetivo y prácticamente la obligación de abrirnos los ojos para que cortemos de raíz el malestar que puede estar provocando nuestra situación actual, porque un amigo de verdad no es aquél que te hace reír con mentiras, sino llorar con verdades.