La Asunción de María (Rainer María Rilke). Poema inspirado en La Asunción de El Greco.

Publicado el 09 noviembre 2017 por Elcopoylarueca

“He visto muchas cosas de El Greco en Toledo y cada vez con más penetración y, por último La Asunción en San Vicente: un ángel gigantesco irrumpe oblicuamente en el cuadro, otros dos solamente se alargan, y de lo que resta de todo eso se origina el puro ascender, y no puede dejar de ser otra cosa”.
Rilke
(Carta a María von Thurn und Taxis, 1912.

La Asunción Oballe, óleo sobre lienzo, 1613.

El Greco dio por terminado su cuadro La Asunción en 1613, un año antes de morir. Esta obra manierista fue creada para decorar el retablo de la capilla de doña Isabel de Oballe situada en la iglesia toledana de San Vicente. Allí, en su ubicación primera -ahora se encuentra en la misma ciudad pero en el Museo de Santa Cruz-, Rilke descubrió el enorme y estrecho lienzo colonizado por las visiones del cretense. Tuvo el poeta desde esa visita una ilusión que lo acompañó para siempre.

Todo el movimiento del cuadro y toda la luz las sintió Rilke como una argucia del pintor para llamar su atención, para cederle el testigo, para que sus ángeles tuviesen, también, altar en la lírica: son los ángeles de El Greco los que inspiraron a Rilke los ángeles-pájaros, los seres con alas de su poesía que vuelan de la las cosas al espíritu y de éste, nuevamente, a la materia.

La Asunción de María fue escrita en enero de 1913 en Ronda, otra ciudad española suspendida en las alturas. El poema da fe de hasta qué punto Rainer María Rilke se sintió conmovido ante la presencia del ángel drapeado de amarillo que se encuentra a los pies de la figura de María. Todos los cuerpos serpenteando, ligeros, todos como claves de sol, musicales, todos como fuego, ascendiendo entre grandiosos azules. Abajo, escalando cuestas, Toledo: nosotros.

Cosas de la vida: Ignacio Zuloaga viajó desde París a Toledo porque escuchó en un café las alabanzas que sobre un cuadro que él desconocía de El Greco hacía otro pintor español, Santiago Rusiñol.  Rilke viajó a Toledo porque Zuloaga, estando en París, le habló de su enorme entusiasmo por El Greco.

Rainer María Rilke llegó a España el 1 de noviembre de 1912 y se marchó el 24 de febrero de 1913.

La Asunción de María que les presento es la versión del traductor Antonio Pau.

LA ASUNCIÓN DE MARÍA

I

Óleo delicado que la altura quiere,
estela azul que el incensario eleva,
música de laúd compuesta hacia lo alto,
leche del mundo, brota,

apaga la sed del cielo, que es aún pequeño, y nutre
todo lo que en ti duerme, como el reino que llora:
te has transformado en oro como la alta espiga,
te has vuelto pura como una imagen de agua.

Al igual que nosotros, cuando es de noche, oímos
en soledad cómo las fuentes brotan:
así estás tú ascendiendo, enteramente sola
delante de nosotros. Y como en una aguja

quiere enhebrarse en ti mi larga mirada
antes de que huyas de este mundo visible,
y la arrastres así, aunque quede muy blanca,
a través del azul auténtico del cielo.

II

No sólo de los ojos de los discípulos
en los que queda la leve nostalgia de tus ropas,
¡ay! te desprendes, también, del cáliz de las flores,
del pájaro que describe su vuelo;

también de la plena ingenuidad de los niños,
de la ubre y el rumiar de la vaca;
todo se hace menor por la ternura
y sólo el cielo aumenta desde dentro.

Fruto arrancado de nuestro propio fondo,
baya que estás llena del más pleno dulzor,
déjanos sentir cómo te fundes
en la boca del gozo que arrebata.

Aquí permanecemos, donde tú te marchaste.
Cada lugar de abajo quiere ser consolado.
Tiéndenos tu gracia, fortalécenos como con vino.
Pues no se puede hablar aquí de comprender.