Revista Talentos

La aventura de nacer

Publicado el 28 febrero 2013 por Atom Cobalto
LA AVENTURA DE NACER
Manipular la realidad se nos da muy bien. Vendemos el parto y nacimiento de un hijo como algo único, fascinante y tremendamente bello.
Ya con el niño en los brazos queda atrás el dolor, las contracciones, los vómitos, las pruebas y todo lo demás.
Como humanos que somos, la concepción nuestra no puede ser más espartana: salimos de los testículos de nuestro padre y vamos hasta el interior de nuestra madre. Muchos son los que se han perdido por el camino y han anidado en el colon o en un riñón.
Mantenidos en el útero, sin sonidos percetible, confortablemente, alimentados y cuidados, nos damos media vuelta y tratamos de salir por un agujero imposible de pasar. Ese agujero se debe dilatar en el llamado "bostezo vaginal final" y salimos como quien sale de un sueter de cuello alto: más chupados que una longaniza de Vic.
El médico, aún con el cordón umbilical, nos pone encima de la madre todos llenos de sangre y grasa, con lo cual las dos primeras imágenes del exterior son: chocho y tetas con pezones como berenjenas.
A partir de ahí el médico nos da una palmada en el culo y una fuente desconocida de luz, sonidos y olores nos pega en toda la cara como dicendo: Bienvenido al infierno. La temperatura ya no es la constante y calentita. Hace frío y calor. Aire y lluvia.
Nuestra vida se compondrá en varios meses a dormir, llorar, comer y cagar.
Démonos cuenta que ya nacemos llorando y seguimos llorando como cosa primaria que sabemos hacer. Llorar no demuestra alegría a esa edad.
Si tienes suerte, no pasarás por la incubadora. Una vez despidieron a una enfermera porque pegaba capones a los neonatos a través de la incubadora. La verdad es que daba risa el susto que se pegaba el infante.
Otro punto es que ya se acabó la facilidad de alimentarse por el ombligo. Ahora toca comer, vomitar, regurgitar y eructar. Todo un manual del buen gusto.
Y la tragedia sigue. Debemos a empezar a defecar por el ano. Nada de cordón umbilical de ida y vuelta. Ahora toca giñar. Pero cagar a toda ahora. Y cagamos pasta con olor fétido. Y, sorpresa, nos convertimos en "la alegria de la casa" tan solo llorando, durmiendo, eructando y cagando.
En nuestro cerebro no hay nada prácticamente. Deberemos empezar a atender, hablar, comprender y unir las palabras para saber su significado.Si naces en China no aprendes lo mismo que en Massanassa.
No sé si existiran padres hijos de puta que les enseñarán mal adrede para luego reirse del niño cuando sea mayor. Sería interesante:
Decirle "Legumbre" a la mamá. "Jamón" al papá o "video" a la comida. La locura de la risa.
Para que veais qué injusta es la vida recordar que lo primero que se le dice a un niño es "Ajo".
¿Ajo? Me parece muy fuerte. Es como pretender que la primera palabra que diga el niño fuese "fuselaje".
Ajo! Pero si es un condimento y pica! ¿Por qué ajo? ¿Y que le dicen los padres ingleses? ¿ Garlic?
Nacemos con mucha presión (desde la de las paredes vaginales hasta el entorno desconocido lleno de estímulos epilépticos) y aún así alguno que otro se hace un hombre de provecho ( aunque todos nos aprovechamos de algún hombre). Y así es la vida: una mentira.
Incluso cuando miras al cielo por la noche y ves las estrellas, todo es mentira. El brillo de la mayoría de ellas es de hace millones de años e incluso algunas hacen siglos que murieron. Pero nosotros las vemos, pero no es real. Es la imagen que nos llega del pasado y creemos que brillan en el presente.
Esa es la vida, la gran mentira.
Miau!

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