La baboba inútil
Publicado el 02 octubre 2010 por HouseEntre las muchas acepciones que indica el diccionario de la Real Academia al referirse al término ‘baboso /a’, hay varias que vienen como anillo al dedo.
Bobo, tonto, simple, por un lado. Por otro, Adulador, pelotillero.
Así es la babosa inútil que conozco. Me la tropecé hace varios meses, pero el tiempo, ese gran aliado que coloca a todo hijo de vecino en el lugar que se merece, me certificó que la babosa que nos ocupa, además de fea, gorda e indecente, es mentirosa e inútil. De profesional tiene lo mismo que yo de profesor de un conservatorio. O sea, nada. Escasamente sé por dónde se entra a estos lugares. Lo mismo le sucede a esta babosa. No tiene ni idea de nada. Y además, es inútil. ¡Vaya desgracia que tiene! Ya es madura la pibita para ser tan patológica y empedernidamente torpe.
En este mundo hay tontos e idiotas. Los primeros son aborregados. Se dejan llevar en medio de la manada. Como dice el refranero, dónde va Vicente…
Sin embargo, es mucho más grave el caso de los segundos. Son peligrosos. Su osadía reside precisamente en el grado de estupidez supina que padecen. Se creen dioses y señores. Y realmente son las inmundicias que la sociedad no quiere, y vierte cada noche a los contendores de basura. Así podríamos definir a nuestra babosa estúpida. Se cree experta, doctora, sabia… ¡seguramente lo será en la sosería, porque en otra cosa, lo dudo mucho!
Dice ser una profesional, y alardea de su curriculum. Lo que oculta es a qué se dedicaba en su trabajo. Lo más probable es que ocupara su tiempo en limpiar los wáteres de la empresa. Eso sí, supongo, sabrá hacer. Nada más. Lo demás, pura bagatela. La policía no es tonta e investiga. Hay datos. Informes. Reseñas. Anotaciones. Todas concluyentes. Todos coincidentes Es una babosa estúpida. Sin duda. Estamos ante una mentirosa endémica.
Pero hay más. Hace los parabienes a la acepción del Diccionario de la Real Academia. Es una pelotillera manifiesta que, ejerciendo de babosa, se arrastra, repta y trepa en busca de sus intereses. A su paso, deja una estela de baba más que putrefacta y fermentada. Como ella. Fermento se une a fermento. Excremento a excremento. Cree haber logrado sus objetivos, pero anda errada la fofa.
Como dice el dicho, yo me senté y permanezco a la espera. En breve contemplaré su cadáver pasará. Y cuando vea esa imagen me destornillaré felizmente a carcajadas. Por sus dimensiones y volúmenes, seguramente sus restos los moverán con una grúa. Tan pronto como vea pasar tan estupenda comitiva delante de mí, me levantaré y aplaudiré. Se ganó a pulso este viaje. Su condición de babosa inútil le sirvió para que yo, al final de la historia, haga con ella lo mismo que hizo Eva con la serpiente. Al fin y al cabo, esta babosa inútil no deja de ser una víbora malnacida.