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Yo soy de los buenos.
Los buenos no torturamos, bajo ninguna circunstancia. Jamás conculcamos la Declaración de los Derechos del Hombre. Respondemos a las agresiones, nos defendemos, pero no agredimos. Respetamos el derecho a pensar y hacer lo que se quiera, con el único límite de las normas que emanan de un Ordenamiento Jurídico que asegura una convivencia pacífica y ordenada.
Por todo ello somos los buenos.
No podemos luchar contra una banda terrorista utilizando métodos ilegales, como ha sucedido en España, ni podemos (debemos) encerrar y torturar durante años a integristas islámicos en prisiones militares, negándoles asistencia letrada e incluso la condición de personas.
Es algo impensable; los buenos no actuamos así. El fin no justifica los medios; la civilización se asienta sobre esta premisa.
Bin Laden era un terrorista y asesino, que mereció pasar el resto de su vida en prisión tras ser condenado por un tribunal independiente, con todas las garantías procesales pertinentes. No me gusta la pena de muerte, y me incomoda que mis aliados la utilicen asiduamente.
Matar a un ser humano no es hacer justicia; es truncar una vida humana. Al menos, eso creo.
No me engaño: Bin Laden estaba condenado. Yo estaba cenando en Times Square, el 2de mayo de 2011, cuando llegó la noticia. Los enormes paneles eran unánimes: ¡Bin Laden tiroteado y muerto! Hubo manifestaciones de alegría en la plaza, pero menos de las que cabía esperar. El furor vengativo se había atemperado un tanto.
En un primer momento, la versión oficial indicaba que el terrorista había caído tras un intercambio de disparos. Sin embargo, algunos de los SEAL que intervinieron en la operación han reconocido que Bin Laden estaba desarmado. ¿Por qué es importante este detalle?
Según el artículo 8, 2, b), del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional es un crimen de guerra "causar la muerte o lesiones a un enemigo que haya depuesto las armas o que, al no tener medios para defenderse, se haya rendido a discreción".
Y los buenos no cometemos crímenes de guerra.
Claro que, por razones que desconozco, esta normativa no ha sido ratificada por los Estados Unidos.
Finalmente, el cadáver de Bin Laden fue sumergido en algún punto del océano.
Pero de toda esta (triste) historia me interesa destacar un detalle que ha pasado desapercibido: la bala que acabó con la vida de Bin Laden pudo ser una bala especial, cuyo propósito era no sólo matarlo, sino evitar su entrada al paraíso islámico. Se supone (yo no lo creo, sobre la base de la Ley Islámica) que un musulmán apestado por el contacto con carne o grasa porcina en el momento de su defunción tiene cerradas las puertas del cielo.
En 2003 Guy Glodis, senador por Massachussets, envió una circular a 39 colegas en la que sugería que los terroristas mahometanos deberían ser enterrados con tripas de cerdo, para así evitar su ingreso a la Yanna (paraíso). También la policía Israelí baraja la posibilidad de colocar bolsas con manteca de cerdo en lugares públicos de Israel, como autobuses o colegios, para disuadir a los suicidas. Un destacado miembro del Tribunal Rabínico de Jerusalén, Moshe Fisher, apoyó la idea, y Yaacov Edri, ministro de Seguridad Interna, afirmó que "Si las bolsas de manteca de cerdo pueden impedir los ataques de los terroristas musulmanes, pues entonces estoy a favor de ese método de defensa".
Este asunto del cerdo como arma disuasoria no es nuevo. La leyenda cuenta que el celebérrimo general "Blackjack" Pershin sofocó un movimiento insurgente filipino de base islamista ejecutando a 49 prisioneros. Antes de fusilarlos, ordenó sacrificar dos cerdos y que se mojarán las balas con su sangre. Los cuerpos de los mahometanos fueron enterrados con los restos de los animales impuros. Pershin dejó a un musulmán con vida, para que fuera testigo de lo sucedido y lo pregonara.
Todo lo anterior quedaría en una serie de anécdotas si no fuera por la "Silver Bullet Gun Oil"; una empresa norteamericana que suministra al ejército estadounidense balas engrasadas con un 13% de grasa porcina.
Su eslogan es claro: "One shot - one soul" "Un disparo - un alma"
No me creen, ¿verdad? No me extraña. La realidad a menudo es más alucinante que la ficción. En fin, si tienen estómago pueden visitarlos en:
http://silverbulletgunoil.net/index.html
Yo soy de los buenos. Insisto en ello.
Es sólo que, a veces, tengo miedo. De ser manipulado. De no saber la verdad.
De que todos seamos malos.
Post scríptum: un sentido abrazo a Misbah, cuya familia y amigos están siendo masacrados en Siria sin que la comunidad internacional haga nada al respecto.
Antonio Carrillo