Como ya saben las personas que leen por aquí más o menos habitualmente, las cosas de la casa son mi coco. De tanto en tanto, mi alrededor parece haber sido un campo de batalla. Y es que la casa es muy delicada: puede estar aceptablemente ordenada y limpia durante días, y si un día suelto las riendas, se descompone; si dos días suelto las riendas, empieza el caos.
Eso ya era así sin bebé en casa; la bebé no mejora la situación. Llegué a sentirme realmente agobiada de ver que el día se me escurría entre una comida de la bebé y la siguiente, un cambio de pañal y el siguiente, el baño, el juego, el paseíto por el parque, y nada de limpiar muebles, lavar ropa, etc. Y eso que mis estándares de "casa habitable" son bastante modestos.
El caso es que creo que se está haciendo más posible llevar la fiesta en paz con los quehaceres, siguiendo una rutina. Primero hay que decir que es difícil llegar al momento de instauración de rutina, cuando hay mugre acumulada; habiendo llegado a ese momento, todo empieza a fluir.
Elijo el día de hoy para escribir sobre esto, porque mañana y pasado mañana tocará que me aplique en cosas de trabajo, por lo que no haré nada en la casa. He pensado que puedo engañarla: que puedo hacer que crea que no he soltado las riendas, teniendo gestos mínimos que conserven la rutina del quehacer: algo que no me quite tiempo, pero que le impida descomponerse.
Silvia Parque