Publicado el 06 marzo 2015 por Ricardo Zamorano Valverde
@Rizaval
Siempre podremos evadirnos de la realidad
A nadie se le ocurriría que solo quiso volar, como antes. Y es que era extraño ver a un hombre adulto con ojos llorosos sobre una bicicleta de niño, azul como el cielo y alas blancas pintadas a ambos lados de la barra.Solo él sabía por qué recorría las calles con los brazos extendidos pedaleando sin parar.Esa diminuta bicicleta era la que su mejor amigo Miguel le regaló a los ocho años cuando le detectaron aquella grave enfermedad. Permaneció guardada en el desván hasta ese día de limpieza, y verla despertó en él el recuerdo. Sobre ella, ambos habían volado, surcando los cielos de su imaginación sin fin.