La Bruja mística

La vi desnuda del cielo, bajar volando a mi encuentro, nada
más, ni nada menos, que el cuerpo completo ardiendo…

Traía húmedos sus cabellos pues voló bajo aguaceros desde
su universo célico e idílico, hasta los suelos homéricos del
Olimpo de mis delirios vivos, donde al poniente y rendidos,
fertilizan los ensueños oníricos que describo. La luna al cuello
sin lecho, la  voz de adentro diciendo no me acuerdo, el sol al
vientre desecho y los recuerdos sin cerebro pereciendo…

Y a contratiempo su corazón latiendo; a puros nervios sedientos.

Sus dos senos como truenos daban vértigo. Y encendiendo
el firmamento, dos grandes lunares de vellos, redondos
como bombones de cuero que se acarician mordiéndolos,
bullían pegados sobre su pecho abierto, protegiendo su
esqueleto. Finas las piernas, los brazos métricos, los ojos
verdes y los labios boquiabiertos; susurrando dientes tengo.

Y en vendaval de mareos me estremeció en el abismo de
mí limbo apartamento. Sus uñas largas en pico se enterraron
en mis huesos, la miré fijo de adentro y le grité; ¡si me muero,
nunca probarás mis besos! Y la Bruja sorprendida se hiso tinta
y calló el verso, derretida como caramelo; diluida en sus deseos
de tenerlos, e implorando los más buenos que macero…

Así recuerdo el momento:

La mesa llena de pétalos, platos redondos, cubiertos. El dedo
al horno gimiendo y mis labios ebrios de contentos, los suyos
locos muriendo por mis besos. La vela al centro y el humo
en secreto eterno, la llama del deseo presumiendo y los dos a
media luz con un bolero. Y la bruja me embrujó como en los
cuentos, montó al palo polvoriento y voló en sueños a lo lejos.

Dio palmadas, me aplaudió y cerró el concierto, con su espectro
de modelo dibujado en blanco y negro; y repartiendo sonetos.

¡Y le di besos y besos, versos en prosa y verbos gélidos!

Y la bruja sorprendida sopló brizas, con su silla me amuebló
la sala entera, murmuró en su desespero tu me llegas, se
entregó sin decir nada y cantó penas. Y sus uñas afiladas volvió
tiernas, con mi boca varada entre las piernas de su araña,
aspirando de su alma el mal de entrañas. Y embrujado en sus
dilemas y quimeras, la besé hasta que su sol despertó el alba.

Y la vela se apagó plena de ganas; y la cera derramó sobre
sus garras, pues la bruja con su magia se hiso estatua…

Para quedarse encantando mi mirada mansa envenenada; y
besarme nervio a nervio aprisionado en su alma dilatada,
atrapado por su cuerpo cual guirnalda, alumbrándole sus
cielos de esperanzas. Y hoy la Bruja vaga oronda en la mañana,
pues su vientre el sol calienta a cada alba; y sus uñas miel y cera
son tan cándidas, que entre piernas mi cabeza quedó atada.

D’après une photo de Thierry ParadoxalStudio Monceau — Caya by  Hm Saïd 

Web de la modèle: http://cayamodele.wordpress.com/

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