La buena libertad de no justificar

Publicado el 07 mayo 2015 por Sylvia
Afortunadamente, crecí. Una de las mejores cosas que le pueden pasar a un ser humano: vivir lo suficiente como para considerar que "está crecido". No digo nada de la madurez, no estoy hablando de lo que un grupo social considere que es "ser adulto"; con "estar crecido" basta para algunas cosas: cumples 18 años, por ejemplo, y puedes votar y hasta ser votado.
Hay quien dice que no hay verdadera libertad porque nadie puede hacer lo que le dé la gana sin consecuencias; es cosa del concepto que se tenga de "libertad". Para mi, ejercer la libertad es de lo mejor que puede pasar al crecer. Y de lo mejor de este ejercicio es que una está exenta de la obligación de justificar sus decisiones. Claro que hay que explicar cosas a la pareja, a un jefe, a un cliente; pero en general, una elige cómo vivir y no tiene por qué justificarlo frente al mundo.
No obstante, cuando se levanta una crítica -de las no solicitadas-, un señalamiento en tono de "corrígete: vive como nosotros decimos", o un alud de sugerencias o una sugerencia solita repetida con insistencia -más si es repetida con superinsistencia-, tendemos a justificarnos: a querer convencer al otro de que nuestro modo tiene tanto derecho como el suyo. Pero, ¿por qué darle espacio a quien no está dispuesto a reconocer nuestro espacio? Si el juego no me gusta, mejor no juego.
Silvia Parque