La búsqueda

Publicado el 05 noviembre 2011 por Salvador Gonzalez Lopez

Repitiendo la liturgia, como tantas otras veces, se puso las gafas y escribió en Google “Marta Izagandoa”. Apretó la tecla enter. Al momento se refrescó la pantalla, salió el mensaje "Aproximadamente 46 resultados;(0,10 segundos)" y debajo de él una lista de direcciones. Pensó que tenía suerte que se llamase Marta Izagandoa y no María Pérez. Repasó la lista con meticulosa lentitud y pasó de página. En la segunda aparecía la dirección de una web de números de teléfono: "Directorio alfabético de personas por apellido paterno”.

Encendió otro cigarrillo, entró en la página y buscó en la larga lista su nombre. Pulsó en él y la nueva página le mostró un nombre, un número de teléfono, una dirección y un plano. Se quedó mirando las nueve cifras del número de teléfono. Abrió Google Maps, escribió la dirección y pasó a modo Street View. La dirección correspondía a un bloque de apartamentos de una calle cerca de la playa en Sant Antoni de Calonge. Recorrió la calle arriba y abajo unos minutos hasta que cerró la página.

Descolgó el teléfono, ¿qué podría decir después de tantos años?, y empezó a marcar. Cuando llevaba ocho dígitos se detuvo, con el dedo índice a un centímetro de la única tecla que faltaba por apretar. Colgó y volvió al ordenador. Entró en Facebook,  por suerte la página de Marta estaba accesible a todo el mundo. No mostraba mucha información: un dibujo de flores en lugar de la foto; una lista de diez o doce amigos a los que no conocía (¿cómo iba a conocerlos?) ; una fecha de nacimiento: 11 de abril de 1953; los “a Marta le gusta un enlace”: “El 0-5”, “Odio los mosquitos”; tres o cuatro comentarios simples de amigas suyas y nada mas. Pinchó en “enviar mensaje” y empezó a escribir: “Hola, Marta. ¿cómo estás?”. Borró la frase y volvió a escribir : “Marta, cuanto tiempo …”. Borró de nuevo. “Marta…”, se detuvo, miró el dibujo de las flores, cerró el ordenador y se fue a dormir.