Revista Talentos

La búsqueda de la fe

Publicado el 03 febrero 2015 por Horacio Beascochea @ecosymatices

El eco de su sus pasos era un sacrilegio para la nave. Desde los vitrales, la insinuación del alba iluminaba la primera fila y avanzaba hacia el altar. "Toda una revelación", bromeó.
Entonces lo vio. Estaba sentado en el suelo, la espalda apoyada contra el banco, piernas cruzadas y la vista enfocada a un Cristo que lo miraba desde la cruz.


-Buen día -escuchó- espero que no le moleste. La puerta estaba abierta.

-Para nada -contestó el sacerdote- ¿Qué hacés acá?

-Busco respuestas -replicó.

El joven lo miró y él leyó el insomnio en sus ojeras.

-Todos las buscamos -contestó y se sentó enfrente; podía percibir su desconfianza.

-¿En serio? A veces pienso que no. ¿No salió a la calle?, cada uno con su propia anteojera.

-La camino a diario... ¿cómo te llamás?

-¿Uno de los primeros discípulos?

-Me pescó. -Había amargura en su voz. Afuera, la ciudad comenzaba a desperezarse.

-He perdido la fe, padre -susurró al fin.

-Me gusta más Pablo -contestó y se quitó el alzacuello- quizás llegaste al lugar indicado.

-No lo sé. Al fin y al cabo éste es otro de los tantos relatos, ¿no le parece? -dijo mirando al Cristo.

-No, no creo. No sería sacerdote sino -replicó con una sonrisa.

- ¿Para qué se hizo cura?

-Básicamente, para charlas como ésta. Bueno... al fin una sonrisa. ¿Por qué perdiste la fe?

-Las voces ya no están.

-Escribo, a veces pinto. Ellas me acompañan desde chico... bueno, es uno de los primeros que no me mira como a un loco.

-¿Le parece? Ahora no sé si vine al lugar correcto -bromeó.

-Quizás no tienen nada que decir, por eso callan.

El joven arqueó las cejas y no dijo nada.

-¿Vamos por unos mates?, todavía no desayuné y supongo que vos tampoco...

-Es un tipo extraño, ¿sabe? Pensé que iba a lanzarme toda una perorata sobre Dios, la bondad y la fe en la humanidad que, a propósito, también se está yendo al carajo.

-¿Y quién te dijo que no lo voy a hacer? Dale, vamos -invitó poniéndose de pie- ¿Cómo te llamás?

El cura no pudo evitar una sonrisa.

-Sí como el diez.

-Bueno, en algo coincidimos... su retiro resquebraja la fe de cualquiera.

La cara del joven se iluminó por un instante.

¿Dulces o amargos? Quiero saber más de esas voces.

-Dulces. Para amarga está la vida. Y ni le cuento sin Román.

La búsqueda de la fe


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