El eco de su sus pasos era un sacrilegio para la nave. Desde los vitrales, la insinuación del alba iluminaba la primera fila y avanzaba hacia el altar. "Toda una revelación", bromeó.
Entonces lo vio. Estaba sentado en el suelo, la espalda apoyada contra el banco, piernas cruzadas y la vista enfocada a un Cristo que lo miraba desde la cruz.
-Buen día -escuchó- espero que no le moleste. La puerta estaba abierta.
-Para nada -contestó el sacerdote- ¿Qué hacés acá?
-Busco respuestas -replicó.
El joven lo miró y él leyó el insomnio en sus ojeras.
-Todos las buscamos -contestó y se sentó enfrente; podía percibir su desconfianza.
-¿En serio? A veces pienso que no. ¿No salió a la calle?, cada uno con su propia anteojera.
-La camino a diario... ¿cómo te llamás?
-¿Uno de los primeros discípulos?
-Me pescó. -Había amargura en su voz. Afuera, la ciudad comenzaba a desperezarse.
-He perdido la fe, padre -susurró al fin.
-Me gusta más Pablo -contestó y se quitó el alzacuello- quizás llegaste al lugar indicado.
-No lo sé. Al fin y al cabo éste es otro de los tantos relatos, ¿no le parece? -dijo mirando al Cristo.
-No, no creo. No sería sacerdote sino -replicó con una sonrisa.
- ¿Para qué se hizo cura?
-Básicamente, para charlas como ésta. Bueno... al fin una sonrisa. ¿Por qué perdiste la fe?
-Las voces ya no están.
-Escribo, a veces pinto. Ellas me acompañan desde chico... bueno, es uno de los primeros que no me mira como a un loco.
-¿Le parece? Ahora no sé si vine al lugar correcto -bromeó.
-Quizás no tienen nada que decir, por eso callan.
El joven arqueó las cejas y no dijo nada.
-¿Vamos por unos mates?, todavía no desayuné y supongo que vos tampoco...
-Es un tipo extraño, ¿sabe? Pensé que iba a lanzarme toda una perorata sobre Dios, la bondad y la fe en la humanidad que, a propósito, también se está yendo al carajo.
-¿Y quién te dijo que no lo voy a hacer? Dale, vamos -invitó poniéndose de pie- ¿Cómo te llamás?
El cura no pudo evitar una sonrisa.
-Sí como el diez.
-Bueno, en algo coincidimos... su retiro resquebraja la fe de cualquiera.
La cara del joven se iluminó por un instante.
¿Dulces o amargos? Quiero saber más de esas voces.
-Dulces. Para amarga está la vida. Y ni le cuento sin Román.