Hace unos meses leí en un blog algo así: "A España le iría mucho mejor si leyéramos más libros de negocios y menos sobre catedrales". Entiendo que el autor de dicho blog se refería con estos últimos a Ken Follet (Los Pilares de la Tierra) y a Ildefonso Falcones (La Catedral del Mar), por ejemplo.
En parte no puedo quitarle razón, pensé yo, además de las aulas y la propia experiencia, la información que encuentras en muchos libros de negocio, historia de grandes compañías y empresarios o casos prácticos en todos los continentes es útil y perfectamente aplicables a nuestro día a día profesional. De hecho, es bastante mejor leer a cerca de los triunfos y fracasos de los demás antes de ponerlos a prueba en tu propia piel, con tu dinero y a costa del tiempo que le quitas a tu familia. Pero después pensé, ¿acaso todo en esta vida tiene como objetivo final ganar más dinero? Si el dinero lo quieres para tener más seguridad, cuidar mejor a tu familia y ser más feliz, pero leer narrativa histórica o de ficción te da felicidad... ¿para qué darle tantas vueltas?
¿Puede Ken Follet hacernos felices con uno de sus ejemplares de bolsillo para grandes masas? La respuesta es sí. Un escritor puede hacernos muy felices porque a través de sus letras vivimos mil aventuras, nos enamoramos una y otra vez, trabajamos en innumerables profesiones y lucimos imposibles indumentarias.
Catedral de Salisbury, en Wiltshire
Hay quien dice que sus novelas tienen demasiado sexo explícito... yo no lo creo, más bien eso pertenece a la era a. G. (antes de Grey) y cada obra muestra lo justo y necesario. Otros se quejan de sus interminables descripciones, como las construcciones arquitectónicas y los avances de la catedral del priorato de Kingsbrigde, yo misma deseé haber puesto más atención en aquellas clases de historia del arte y, aun así, disfruté como una niña pequeña de la adaptación a la pequeña pantalla que en España pudo verse en Cuatro (aunque fue una pena que no se extendiese más, se comieron la peregrinación de Jack a Santiago de Compostela y Toledo).Aún recuerdo la sensación indescriptible de conocer la catedral de Salisbury, en Gran Bretaña, se supone que fue la musa para Ken Follet, que inspiró cada paso de su construcción. Me imaginaba la parte del techo que se desplomó durante la primera misa y donde Aliena casi pierde a su bebé. (En la fot estamos emocionadísimas mi amiga Sandra y yo).
El libro con el que estoy ahora forma parte de una trilogía: The Century. Narra los principales acontecimientos del siglo XX, comenzando con los antecedentes de la I Guerra Mundial. A cualquier apasionado de la historia le gustará entretenerse con los personajes de cada bando, beligerantes o no, honrados, heroicos, creyentes, poderosos... Follet expone los motivos de cada uno, está en los demás juzgarles y ponerse en la piel de unos u otros. Su sufrimiento y las pasiones que mueven a cada uno de los protagonistas en uno de los hechos más importantes de nuestra historia reciente son los principales marcos sobre los que se sustenta la historia. Hay quien piensa que somos lectores fáciles y Follet, un autor demasiado "comercial". Yo sigo siendo seguidora suya porque con su estilo permite que la cercanía y la identificación con lo personajes sea plena... y creo que es difícil que esta empatía pueda transmitirse con un libro de negocios.
Si nuestras lecturas se limitaran a estrategias de negocio y proyectos de marketing no quedaría espacio para la imaginación, las emociones y los sentimientos ¿alguna vez has llorado con un libro? ¿te has transportado siglos atrás para entender a los hombres y las mujeres que vivieron en aquella época? Sus motivaciones, las familias, sus creencias...
Un libro de negocios no tiene como objetivo emocionar, lo se, por eso creo que no tiene sentido poner unos frente a otros, comparar libros de negocios con novelas de Ken Follet, como si leer a este último fuera una pérdida de tiempo y una fuga en los cerebros de nuestro país... A mi me encanta Ken Follet, y cuando lo leo no tengo la sensación de estar desperdiciando el tiempo. ¿Estoy equivocada? ¿Puede un nobel leer la Cuore?