No hace falta tener mucha imaginación para saber a que me refiero, y es que aunque la imagen sea bastante mala no tiene nada que ver con la percepción del interior. Las olitas bañadas por el sol del amacener dejaba una pared de verde mar cristalino que podías acariciar durante algunos segundos. Los levantes parecen que ya no quieren irse tan facilmente, y aunque aun no ha entrado un día buenas olas si nos ha deja algunos regalitos para disfrutar entre colegas. Buenas olas!