
En esta casa pasé los mejores años de mi vida. Entrar en aquella morada era algo mágico, especial, un lugar donde me sentía muy a gusto y sobre todo muy querida.Recuerdo a mi abuela siempre vestida de negro, una mujer llena de vitalidad que se preocupaba mucho por todos sus nietos. Era feliz cuando compartíamos nuestro tiempo con ella, y nosotros no podíamos dejar ni un solo día de ir a visitarla.Mi abuela, por la cual llevo el nombre, era una persona, tremendamente culta, siempre estaba leyendo y se preocupada de saber la actualidad a través de diarios y televisión.Pasar por delante de su portal y mirar los balcones, ha resultado una mezcla de recuerdos felices y tristes a la vez.Han pasado muchos años desde que nos dejó, diría que veinticinco, y todavía la llevo en mi corazón.
