He recibido contrato de edición para tres de mis libros de la parte de la casa editorial francesa Sokrys, que de esta manera emprende una aventura excepcional y “poco usual”, la de editar a un autor de lengua extranjera, en su propia lengua, en Francia. Más que todo, gracias a la escritora francesa Sophie Massonnaud Herbouiller y a su esposo, escritor y editor Christophe Massonnaud.
Hoy es un gran día, les deseo a todos de tener el mismo.
¡Nada basta!
Para mí que por culpa de mis lazos filiares siempre pensé que por cultos, irreverentes y populares los poetas eran tipos de un siglo de otro planeta, el hecho de haber logrado llegar hasta este, escribiendo y a la vez viviendo mi tiempo a ritmo onírico y en ciudadano comprometido, unas veces más y otras veces menos; y otras tantas con nada de lirica en los sentidos. Me ha trasladado desde el mundo de los que emprenden casi todo lo que les parezca necesario para realizarse, al de los que logran por necesidad todo lo que se proponen, realizándolo sin miedo a perecer en el intento y a perder el tiempo en ello. Y abstrayéndonos de alma y pensamiento de todo proyecto negativo.
Pero como para todo lo que nos proponemos en serio, nada me ha sido fácil, lógico, porque para llegar a ser poeta y preciarse de ello, no basta con los títulos de escuela, ni con el cariño de un pueblo entero que aunque parezca no tenemos. No basta con las cátedras de escritura, ni con las conferencias de inteligencia subversiva y demagógica, ni con los premios que muchas veces no obtenemos porque los literatos no toman en serio el definitivo aporte lingüístico de nuestros dedos y cerebros. No basta con saber escribir ni ser el mejor lector de cuentos de bolsillo, ni con venderlos por millones vueltos libros. No basta con ser bueno con los buenos, ni por los buenos, ni por los que estén y anden con estos. No basta con ser pillo con los malagradecidos, ni escéptico y pragmático con los mentirosos y con los vendedores de humo, de los cuales muchas veces somos víctimas inmerecidas. No vale tener amigos, ni amores, ni hijos, ni peros, solo vale sentirlo en nuestro abismo.
¡Ya que nada basta! Y sobre todo, solo con versos no basta, como escribí una vez al maestro Nando Sabido.
Pero lo que si no se puede ser es malo, en ningún sentido, que a nadie le queden dudas de eso. Y lo que por sobre todas las cosas no se puede ser, es precipitado, impaciente, soñador y acomodado…
Porque para ser escritor, se puede, si se tiene, dar prueba de tener mucho genio, o de que se es sabios hasta un punto exagerado del ego, donde lo progresivo se confunda con lo parasitario. Pero el que no sepa esperar a que pasen los años, demostrando que escribe y sin creerse que ha llegado al estrellato de su barrio de altibajos, solo conseguirá ser premiado en concursos arreglados. Y el que no aprenda a imponer el respeto necesario para con su obra y legado, no tendrá tiempo para vivir dos veces, ya que estos son tiempos para seres osados no sedentarizados. Por lo que no será más que un diáfano literato y un gracioso decorador de letras de poemarios y de novelas que antaño disfrutamos. Que nadie se me moleste, porque con nadie estoy hablando, esto es un constato claro.
Ya que escribir, como toda profesión, tiene siempre que dar el placer que sirva a pagar el plato, el disfrutado y también el roto a pedazos. Y equivale a abstraerse de lo fijo del juego, para observar el mundo vivo que anda allá abajo, para luego repetirlo al dedillo en esas estrofas que a las letras trasladamos, vueltas frases y pensamientos entre adjetivos y verbos. Ser poeta y escritor, es como vivir sin rumbo fijo por el limbo, describiéndolo, sin nada, ni nadie. Navegando como en sueños hacia el vacio del infinito enésimo de nuestros pensamientos, para traerlos al presente olvidando nuestros sentimientos mismos, sin consentirnos, ni creer que ya vencimos. Es por eso que al final paga el estilo y gana quien sea más digno, esperando a que el recuerdo se abra en libros, que algún día serán leídos, aunque ya estemos muertos y en nuestras mentes el olvido; sea cedido a los recuentos.
¡Pero no somos distintos y nuestro tiempo es el mismo vuestro, con la experiencia que da escribirlo!
SOKRYS EDITIONS: http://www.sokrys.com/
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