—No. Ya sabes dónde estás.
—Es que me siento muy solo, ¿dónde puedo hablarle?
—Te he dicho que no. Estás en el Seminario.
—Usted es mi tutor, ¿le gustaría conocer la respuesta?
—¿Con quién hablabas, insensato?
—Con Dios. Pero no se me ha grabado su teléfono.