Hace ya como un mes, alguien terminó dándose cuenta. No podía decir cuándo había empezado todo aquello pero desde hace algún tiempo una mujer oriental, vestida de negro, con una larguísima melena suelta, estaba quieta en el mismo punto de una acera de la avenida por la que se entra en Cádiz. Todos los días. Muchas horas seguidas. Siempre desde la hora del almuerzo en adelante.
Daba igual que soplara un temporal de levante o que hiciera un sol de justicia. Allí estaba ella. Sin hablar con nadie, sin moverse más que unos metros más allá o acá. En las horas de más calor se colocaba bajo la escasa sombra que da una palmera, y se iba moviendo unos centímetros para seguir la sombra.
Cuando estuvo seguro de que aquella presencia no era fruto de la casualidad, de que daba igual que fuera un martes a las 15’30 que un sábado a las 19’50 o un miércoles a las 18’05, ella siempre estaba en el mismo punto, aquello empezó a parecerle extraño.
¿Qué hay en ese lugar que pudiera justificar esa presencia? Pues el estadio de fútbol, la comisaría de Policía y un quiosco de la ONCE. Nada más.
Comunicó su descubrimiento en un foro, y todo el mundo empezó a fijarse. La gente empezó a dejar constancia de la hora y el día en que pasaba por allí, con mensajes tipo “lunes, 16’40, y la china en su sitio. Tres horas más tarde pasé de vuelta y allí seguía“. A veces alguien pasaba y descubría con sorpresa que la china no estaba. Desconcierto, duda. Hasta que miraba alrededor y descubría que, provisionalmente, había cruzado a la acera de enfrente porque el calor o el viento eran demasiado fuertes. Mensaje de tranquilidad al foro: “No pasa nada. A media tarde se ha pasado a la acera de enfrente“.
Al principio hubo quien pensó que era una broma, hasta que comenzaron a subir fotos de la china hechas en diferentes horas y días. Y entonces fueron apareciendo las distintas teorías sobre su presencia en el lugar.
- Es una agente de la SGAE, que vigila por si alguien canta por la calle.
- Es un radar camuflado de la DGT.
- Está cogiendo sitio para la cabalgata de Carnaval del año que viene.
- Tiene algo que ver con el final de “Perdidos”.
- Está haciendo un exorcismo para que el Cádiz no baje a 2ªB.
- Está esperando que vuelvan a abrir “La Camelia” (una pastelería que hubo allí hace muchos años) para comprar una tarta.
Al final parece que se ha aclarado el misterio aunque, como el final de “Perdidos”, no ha acabado de dejar satisfecho a todo el mundo.
No es china, sino japonesa. Es escritora, se llama Kanako y lleva veinte años viviendo en España y ocho meses en Cádiz. Hace algún tiempo se cruzó en ese lugar con un hombre y desde entonces vuelve todos los días al mismo lugar con la esperanza de verlo de nuevo. Va siempre por las tardes porque fue una tarde cuando lo vio esa primera y única vez. Cree que debe trabajar por aquella zona. No sabe cuánto tiempo seguirá en su espera, y tampoco tiene idea de lo que hará si vuelve a verlo.
Esto último me alucina un poco, porque en las miles de horas de espera que lleva ya podía tener un plan más o menos trazado. A ver si va a aparecer el tal y, con la duda de qué hacer o qué decir, lo va a perder de vista de nuevo.
Y también pienso en el “afortunado”. Tiene que dar un poco de canguelo enterarte de que una japonesa lleva más de un mes, a razón de cuatro o cinco horas diarias, a pie quieto en un trocito de acera, sólo porque una vez se cruzó contigo por la calle.