Si nos guiamos por los horarios a las que son relegadas algunas series de Ciencia-Ficción en los horarios televisivos, o a la escasa cantidad de producciones propias de este género que vendría a indicar lo que se invierte en el, se puede llegar a la conclusión de que la Ciencia-Ficción en España no suele ser merecedora de la atención de los medios de comunicación y grandes productoras. Como ejemplo La chica de ayer, adaptación de la británica (y excelente) Life on Mars que seguramente no hubiera sido producida sin el precedente de Cuéntame, pasó sin pena ni gloria ¡los domingos por la noche! contrastando con la mayor atención y el relativo éxito de la parodia del género con la que nos podemos encontrar en Plutón B.R.B Nero. El cortometraje Cyclope (Carlos Morett, 2009) o la reciente producción Planet51 (Jorge Blanco, 2009), son excepciones que resaltan sobre el resto del desolador panorama.
Sin embargo, desde aquellas publicaciones de bolsillo y los cómics Pulp de los años 60 y 70, la comunidad de aficionados no ha dudado en consumir con avidez los productos de calidad que se les ofrecía con cuenta gotas, sobre todo allende el océano, existiendo un colectivo de aficionados al género importante y cada vez mayor gracias al fenómeno de Internet y las redes sociales, que extrañamente no tiene una repercusión en los grandes medios que debiera, aparentemente.
Uno de los escollos importantes que afectan negativamente a nuestro género preferido, son los errores de interpretación a la hora de definirlo. La mezcla con la fantasía, incluso por parte de muchos aficionados que tal vez han sucumbido al comprobar como en la librerías tenían que apartar los de este genero de magia e incluso de otros más «esotéricos» para encontrar los suyos, pueden ser los motivos.
Para estudiar algo más sobre ellos sería necesario profundizar sobre determinados aspectos culturales de la sociedad en la que vivimos, en la sociedad española en este caso. En mi humilde opinión, en todo el tiempo que llevo de aficionado a la Ciencia-Ficción y viviendo inmerso en esta sociedad que me ha tocado, he llegado a varias conclusiones, las cuales se dejan notar no solo en la afición a este género literario especulativo y científico, si no también en otros aspectos importantes, como por ejemplo la política.
La Ciencia-Ficción guarda gran relación con La Ciencia, la de verdad, en el sentido que juega con especulaciones sobre ella, llamándosela también «género de anticipación». En España así como en otros países iberoamericanos, aunque parece que la situación mejora tímidamente, comparativamente se puede decir que existe un rechazo bastante generalizado hacia la ciencia. Por más que algunos medios deseen hacernos ver la botella medio llena, esta está todavía bastante vacía ya que si se observa detenidamente este estudio, «ciencia y tecnología» permanecen exactamente igual registrándose un aumento en «salud y medicina», lo que dicho medio interpreta como se puede comprobar en el titular de la noticia enlazada.
El hecho de poder y de tener que, demostrar un concepto sin ambigüedades ni florituras, no importando tanto si se sabe vender la moto o la cabra como si se ha descubierto una forma de avanzar en el conocimiento real, implica que los vendedores de humo y los encantadores de serpientes que habitualmente han copado y copan las altas jerarquías de los partidos políticos que dominan el escenario social y mediático, lo iban a tener mucho más difícil. Por supuesto, los medios de comunicación de un periodismo que se hace llamar «Ciencias» de la Información, usurpándoselo a La Documentación (Information Sciencie en los países anglosajones), se prestan alegremente a ignorar en lo posible a nuestro género, a cambio de ocupar un importante papel en el sistema.
Naturalmente, en la medida en que programas como Cuarto Milenio cosechan suficiente éxito de audiencia como para permitir que otros como Redes hallan llegado a ser relegados al ostracismo nocturno de la madrugada, la audiencia también forma parte del problema. Pero si en algo son más culpables los medios y los responsables de la divulgación de la Ciencia, es decir, responsables de los medios de comunicación y políticos, es su supuesta mayor preparación para prestar el servicio que se supone deberían. Esto no es así, y por el contrario es habitual como se ha comentado, relegar la divulgación científica y el ocio basado en especular sobre ella propio de la Ciencia-Ficción, en beneficio del reinado de la tele-basura, los titulares tendenciosos, la prensa amarilla, y los comportamientos sectarios.
La guinda a todo este desaguisado la ponen los traductores, en concreto los cinematográficos. Si ya en todo tipo de géneros suelen sorprendernos con unas traducciones de títulos bastante peculiares, en la Ciencia-Ficción como género especializado que es se debería cuidar algo más, ya que de lo contrario puede resultar hasta ridículo. Casos conocidos con el Condensador «de Fluzo», en lugar «de Flujo», son anécdotas puede que sin importancia y hasta cierto punto graciosas, pero la traducción absolutamente libre y equivocada de «Sable laser» en lugar de Lightsaber, introduce un error que va más allá de la ficción en si misma al confundir «laser» (una técnica de emisión lumínica real y conocida) con «luz» o «luminoso», conceptos relacionados pero completamente distintos. Es comprensible que la mera traducción literal no es suficiente ni adecuada dadas las necesidades de doblaje, por ejemplo, ¡pero que demonios, es su trabajo! Y si finalmente se aceptan estas traducciones cogidas de los pelos, los medios «tan profesionales» tal vez deberían explicar estas dificultades en lugar de difamar a la ciencia-ficción acusándola de errores que no son tales, y lo peor de todo, pareciendo que nos toman por gilipollas.