A los bebés los traen las cigueñas, es así y que nadie lo discuta, esta es la historia de una cigüeña francesa, si porque los bebés se encargan en París, es la historia de una cigüeña francesa que se arrechó y decidió echar un poco de vaina, esta es la historia de la cigüeña Lucille.
Como siempre ocioso un día me encontraba en mi casa mirando al cielo, me acordé de una vieja historia que me contaba mi abuela cuando niño de la única cigüeña rebelde y jodedora que el planeta conoció. Mi abuela siempre me dijo que en un lugar secreto entre las regiones de Languedoc-Rousillon y Provence-Alpes-Cote D'Azur se encontraba la sede del Servicio Mundial de Cigueñas, siempre me llamó la atención esa historia pero a medida que crecí como todos los humanos dejé de creer en las cigueñas cargando bebés en un trapo y me dediqué a vivir en el mundo de los adultos.
Nunca pensé que mi abuela me hubiera podido mentir, así que me embarqué en un viaje para descubrir dos cosas, una que efectivamente las cigueñas surcan los cielos llevando niños y niñas alrededor del globo terráqueo y por otro lado comprobar la existencia de Lucille.
Ya en Francia comencé a preguntar desde que llegué al aeropuerto, al principio todo resultó cuesta arriba, la gente se reía de mí al preguntar por las cigueñas y hasta limosnas me daban pensando que yo era un simple mendigo alucinando en la geografía francesa. Gracias a mi memoria logré recordar un lugar que mi abuela mencionaba cuando echaba aquella historia, "Le Capoul", se trataba de un restaurant en donde supuestamente el bartender conocía el camino y la clave para entrar en el Servicio Mundial de Cigueñas .
Adentro de "Le Capoul" me senté en la barra y pedí lo de siempre, agua con hielo, después de unos minutos le dije al hombrecillo "mire amigo, estoy buscando el Servicio Mundial de Cigueñas", el desconfiado francés respondió "yo no sé de que habla usted", le dije "mire señor por favor, yo necesito llegar allí", el bartender volvió a decir "loco, loco, usted está loco, y ni siquiera borracho porque lo que toma es agua". Ya perdiendo mi paciencia le dije "mire, como cree usted que se la historia de Lucille, ah?, si si la cigüeña echadora de verga", el rostro y la expresión del francés cambió de inmediato y se limitó a darme un papelito con unas instrucciones, le di las gracias, el bartender sonrió y se limitó a decir "que ocioso es usted."
Leí las instrucciones me subí a un taxi que me miró feo también cuando le dije adonde me tenía que llevar pero accedió y de pronto me ví parado enfrente de un galpón sucio y olvidado. Toqué el timbre y dije por el intercomunicador las palabras claves que me indicaban el papelito que me había entregado el bartender "bebé bebé aquí si es", la puerta se abrió y me transporté a un mundo completamente distinto, el contraste entre el feo galpón y el interior del mismo era indescriptible, en un pequeño escritorio estaba sentado un viejito que de inmediato pude saber que tenía toda su vida allí, me acerqué y después de saludar le dije "mire señor quisiera saber la historia de Lucille". El viejito sonrió y me dijo "pues bien, si ha viajado tan lejos no me queda otra que contársela, eso sí entrégueme el papelito con las instrucciones".
El hombre se paró de su silla y me explicó como Lucille había salido en una misión para llevar dos bebés, uno de ellos a Barlovento, otro a Frankfurt, en el camino esta cigüeña que nunca fue muy obediente decidió echarle una vaina a la madre naturaleza y dejó a Hans Dieter Schumann Aloff en Barlovento y a Eliecer Facundo Rodríguez Gómez en Frankfurt. La cigüeña a sabiendas de la cagada que había puesto decidió escapar a la clandestinidad y se instaló en una palmera en Cuba, eso era mejor que padecer el castigo por haber atentando contra la naturaleza que era llevar bebés gallegos por la eternidad.
Por supuesto el caos fue grandísimo prosiguió el viejito, usted podrá comprender que cuando los barloventeños vieron a aquel catire blanco como la leche y que además dormía a las horas, se tomaba su tetero completito, no lloraba y mantenía en perfecto orden su cuna las acusaciones en la familia Rodríguez Gómez saltaron de inmediato. Por otro lado que le puedo decir, usted sabe que cara pusieron los Schumann Aloff al ver a aquel negrito con el pelo chicha, que lloraba a toda hora, que desordenaba la cuna, que no se tomaba el tetero y pedía ron en vez de leche materna.
El viejito continuó "después de superar el caos inicial y como todo en este planeta las familias tuvieron que criar a sus respectivos muchachitos, aquí en el Servicio Mundial de Cigueñas no podíamos hacer nada por ellos pues nuestra clandestinidad tiene que ser protegida a toda costa."El Catire" como le decían al pobre alemán suelto en Tacarigua de Mamporal, no gustaba del dominó, no bebía caña, estudiaba a toda hora, mantenía su cuarto ordenado y cada vez que intentaba bailar tambores terminaba en el dispensario con la cadera salida de su sitio. Por su parte Hans Dieter no podía acostumbrarse al ritmo de vida alemán, quería tocar tambores, se paraba tarde, no estudiaba, bebía ron escondido y compraba discos de salsa erótica en una tienda clandestina en Nuremberg.
Como usted sabrá Policarpio me dijo el anciano aquí podemos ver todo lo que le pasa a todo el mundo hasta los cinco años, después de esa edad no volvemos a saber nada de los bebés que aquí enviamos al planeta. El hombre soltó una lágrima y me dijo "tenía tiempo sin tener un visitante, la gente no parece creer en estas historias, y nunca he podido enmendar el error causado por Lucille, ya me queda poco tiempo aquí, usted me podría ayudar?. Yo pensé para mi mismo "coño en las vainas que me meto yo por ocioso y metido", pero la verdad me dio dolor ver la cara del viejito que nunca había cometido un error mandando a un bebé al lugar equivocado y le dije "bueno esta bien, déjeme ver que puedo hacer para que estas familias al menos puedan ver a sus hijos reales."
La tarea no iba a ser fácil, no podía apersonarme pues el viejito me había indicado que todo tenía que ser realizado con mucho cuidado y cautela, así que decidí escribirles una carta a los dos, allí de una manera muy sutil les explicaba el porque de sus grandes diferencias con sus congéneres y en pocas palabras resumía que iban a tener que creerme para conocer a sus verdaderos familiares. Puse las cartas en el correo y sinceramente me olvidé del asunto, una mañana me desperté y leí el titular del periódico "Alemán con pinta de Barloventeño asesina a pareja de ancianos en Tacarigua de Mamporal". La reseña indicaba que este individuo que solo hablaba alemán había irrumpido en el rancho de los Rodríguez Gómez y los había asfixiado mientras dormían, dejando una nota en la cual decía que no les perdonaba que lo habían dado en adopción.
En la Comisaría del pueblo frente a frente se miraron, El Catire y Hans Dieter, el pobre alemán no podía creer lo que veía, el vivo retrato de su padre enfrente de él, igualmente El Catire veía también el retrato de su madre enfrente de él…