Sí, aquello era una razón totalmente razonable que me dejó satisfecho, y como premio, me regalé una cabezadita antes de bajar a desayunar.
*Este relato se trata de una colaboración al relato por capítulos La ciudad de las langostas de Santiago Estenas Novoa. En el siguiente enlace, podéis leer el primer y el segundo capítulo escritos por él:Capítulos anteriores