Revista Talentos

La ciudad de los guatafísicos

Publicado el 10 abril 2014 por Perropuka

La ciudad de los guatafísicos
Tres veces al año, nuestras saludables autoridades (vean si no la foto de cabecera) recomiendan sacar la bicicleta para tener hábitos saludables y de paso ayudar a salvar el planeta. Por un aire limpio y un auto menos (según reza el coqueto cartelito oficial en cada bici) se preparan concienzudamente los Guerreros del Arcoíris para iniciar su cruzada contra la contaminación, apostándose en el sitio de la largada a la espera del pistoletazo simbólico de salida.
El supremo protector de la Madre Tierra, todos los años era generalmente el líder del pelotón pero este primer domingo de abril no acudió a la cita aunque estaba inscrito. Al parecer se quedó dormido en su camarote volador y mandó las disculpas del caso. Así pues, nuestro alcalde Cholango se quedó solango para encabezar la caravana y con el desayuno a medio terminar porque arribó tarde a la conferencia de prensa con los reporteros deportivos, excusándose que como no era un día de trabajo el horario era lo de menos. Lo importante es pedalear y dar el ejemplo a la ciudadanía fue el mensaje entre líneas.
Como no podía ser de otra manera, los que sí madrugaron fueron los comerciantes de baratijas y vendedores de comida que se situaron en sitios estratégicos para proporcionar suministros a los miles de esforzados pedalistas que olvidaron el culote y el casco pero no las ganas de cargar el tanque en las distintas etapas de la durísima competencia. Había que hacer honor al Día del Peatón y la Bicicleta, patas al pedal por una ciudad limpia. Cosa de genios es limpiar de autos la urbe para convertir las calles céntricas en una inmensa feria popular con puestos de toda índole, donde los artículos ciclísticos brillaban por su ausencia. 

La ciudad de los guatafísicos

Gobernante imaginado por el genial Jarry

Para “sensibilizar y educar a la población sobre los efectos de la contaminación atmosférica”, fue el gran objetivo de los responsables medioambientales de la alcaldía, al tiempo que atronaban el ambiente con sus parlantes a todo volumen y en algunos lugares azotaban a la población con recitales de grupos cumbieros invitados a la causa por una convivencia tranquila y en familia. El haberse librado por unas horas de los bocinazos fue muy bien compensado por ruidosas clases de aerobics al aire libre, concursos diversos y otras manifestaciones culturales de última hora.
Todos los meses del año, nuestras autoridades recomiendan deportivamente a acudir a alguna feria, ya sea del lechón, del pichón, del cuy, del pescado, del choclo y el quesillo, del guarapo, del puchero, del rosquete y todo cuanto objeto pueda llevarse a la boca. ¿Qué puede ser más absurdo que promocionar comida cochabambina entre cochabambinos? Porque visitantes extranjeros aquí no llegan ni en cuentagotas. En el resto del país, todo el mundo sabe que ostentamos el goloso título de Capital Gastronómica de Bolivia, con resolución solemne del Senado de postre. No por nada, el austero caudillo de la plurinación ha escogido este valle como sede de sus cumbres y otras “reuniones de trabajo” donde nunca faltan los manjares. 
Cochabamba es la ciudad con más restaurantes por kilómetro cuadrado. En cada cuadra hay algún sitio para merendar. Todos los mercados tienen su sección de comida. Es sagrado devorar a media mañana un caldito fuerte o unas picantes salteñas. Se respetan además las tradicionales tres comidas del día. Por si fuera poco, en la noche brillan las luces de las broasterias de pollo tentando a las barrigas insatisfechas. Últimamente está de moda hacer fila al mediodía en la calle por un plato, donde no es raro encontrar a empleados de banca y otros oficinistas.  En medio del smog y de la pestilencia, siempre habrá un paisano que no le haga ascos a la incomodidad mientras se zampa cualquier cosa. Así que si usted se topa con un boliviano en el extranjero, a un cochabambino por su guata lo conocerá. 
La última jornada del peatón y el ciclista, lejos de cumplir su cometido, demostró fehacientemente que el comportamiento en manada de los cochabambinos dista mucho de ser civilizado. Fue el pistoletazo para dar rienda suelta otra vez al espíritu glotón y desordenado como suele ocurrir en otras manifestaciones multitudinarias. El reguero de desechos, papeles, bolsas y botellas plásticas en las calles contradecía abiertamente el discurso de los descontaminadores planetarios. Si no se descontamina la mente de la gente, mejor no gastar tinta ni poner a sudar a sacrificados alcaldes.

La ciudad de los guatafísicos

Dando el ejemplo a la niñez (Foto: Opinión)



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