Revista Diario

La ciudad fantasma y los estornudos

Publicado el 30 abril 2013 por Nmartincantero

Esta mañana me dio por estornudar en mi clase de chino. Quizá porque la contaminación ha dado tregua y el día era brillante y primaveral. “Alguien está pensando en ti”, dijo mi profesora. ¿Pensando en mí? Esto es casi como lo de los tres cuatros en las matrículas de los coches.

Estornudar es ya, en sí, bastante misterioso. Ignoro por qué lo hacemos, por qué nos quedamos tan bien después de hacerlo y, sobre todo, qué tiene que ver esta acción puramente fisiológica con Jesús. ¿Por qué no se dice "Jesús" cuando se escucha un eructo o un pedo? Al parecer se trata de evitar que el alma se nos vaya detrás del estornudo y la atrape Satán, siempre tan atento para captar nueva clientela.

Dice el paleoantropólogo José Luis Arsuaga en esta entrevista que gran parte de nuestro pensamiento es mágico, no tiene que ver con la razón. “Mucha gente cree que es cultural, que viene de nuestro pasado ignorante y que lo estamos superando... Pues no, está en los genes, es un producto de la evolución y no nos lo vamos a quitar de encima”.

Desde el punto de vista de la psicología, el premio nobel Daniel Kahneman explica muy bien hasta dónde llega nuestra irracionalidad. La mayor parte de nuestro pensamiento sucede, de hecho, por debajo de nuestro nivel de conciencia. Esto da lugar a cosas tan disparatadas como, sin ir más lejos, jugar a la lotería.  

Hace poco visité Fengdu, La ciudad de los fantasmas, una de las paradas en mi crucero por el Yangtsé. Allí no sólo descubrí que el color azul da mala suerte, porque de acuerdo con las creencias chinas es el del infierno, sino que todos, y me oís bien, todos, vamos a pasar por esta ciudad cuando nos muramos de paso hacia el cielo o el infierno. Fengdu es como un museo de los demonios y las torturas, que deja bien claro adónde irán los que no se hayan portado bien esta vida. 

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Esto es lo que te pasa si no eres bueno. 

Al margen de las torturas, el guía turístico con el que recorrí Fengdu aludió a semejante cantidad de supersticiones que me quedé sin páginas en mi Moleskine (mi cuaderno de la suerte). Por ejemplo, si cruzas este puente de la mano de tu pareja, significa que en la próxima vida volveréis a estar juntos. Para mi sorpresa, pareja tras pareja discurría de la mano por el puente. Semejante prueba última del romanticismo máximo dice algo de nosotros como seres humanos. ¿Estará también en nuestros genes? Habría que preguntarle a Arsuaga.  IMG_1978

Y tú, ¿cruzarías este puente de la mano de tu pareja o ya tienes suficiente con una vida?


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