Revista Diario

La clave del éxito de una niña de siete años

Publicado el 27 septiembre 2011 por Lorraine C. Ladish

La clave del éxito de una niña de siete años

Mi pequeña con su tabla

A mis hijas y a mí nos encanta el mar y afortunadamente lo tenemos muy cerquita.
Hace unas semanas, fuimos a disfrutar de un día de playa en el Golfo de México, y mi hija mayor, de diez años, se lanzó al mar con su tabla de surf. La pequeña, de siete, es más precavida, porque en otra ocasión había sido revolcada por la marea y se asustó. Por tanto, prefirió hacer castillos de arena junto a mí. Para mi sorpresa, de pronto se quedó mirando el mar, agarró su tabla de bodyboard corrió hacia la orilla y se tiró al agua. Aunque el oleaje no era muy fuerte, decidí caminar por la orilla, siguiendo el curso de mi pequeña sirena, que daba pataditas en al agua para propulsarse. De pronto una ola enorme se formó con tal rapidez que de inmediato cubrió a mi niña y al momento sólo volvió a surgir la tabla a la superficie. El mar es traicionero, como lo puede ser, a veces, la vida misma. Presa del pánico, me lancé al agua a rescatarla, pero antes de que pudiera alcanzarla vi sus manos agarrarse a la tabla, a la que se trepó como un monito. Empezó a remar hacia mí con los brazos. Según se acercaba, advertí su expresión muy seria y cómo sus labios se movían, como si dijera algo. Cuando nos alcanzamos la una a la otra, se abrazó a mí, y exclamó compungida: “mami, la ola me ha tumbado”.  - Pero has sido muy valiente.- le dije yo. - No has llorado y te has subido enseguida a tu tabla. Pero, ¿qué decías mientras remabas? Me miró, los ojos muy abiertos y las pestañas cargadas de agua salada: - Decía: “rema hacia mami, rema hacia mami” para no asustarme. Supe en ese momento que mi hija de siete años ya conocía uno de los secretos del éxito: enfocarse en su meta, que era llegar hasta mí, repitiendo un mantra. Conté la anécdota a mi hermana menor que pasaba por algunas dificultades personales. Una mañana leí en el muro de mi hermana en Facebook: “Rema hacia mami, rema hacia mami” y supe lo que eso significaba; que estaba poniendo todo su enfoque y sus esfuerzos en resolver un problema. Ahora, cuando me siento dispersa o no sé por dónde tirar, recuerdo el gesto de concentración de mi niña luchando contra las olas, y me digo: “Rema hacia mami, rema hacia mami”. Ese es ahora mi mantra aunque, en este caso, mami soy yo – porque sé que la solución a mis retos está siempre en mi interior.
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