Me gustaría compartir mi devoción por la literatura de Kjell Askildsen. Del escritor no puedo dar más información biográfica que la que aparece en los libros editados en España por la editorial Lengua de Trapo donde se nos cuenta que Askildsen nació en la ciudad noruega de Mandal en 1929. A sus 81 años es autor de catorce libros de los cuales a España nos han llegado cuatro títulos que ponen nombre a sus libros de relatos, y que podemos leer gracias al trabajo de traducción de Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo. Desde ahora te acompañaré a casa; Un vasto y desierto paisaje; Los perros de Tesalónica; y Todo como antes. Éste último reúne los dos últimos títulos citados, además de Últimas notas de Thomas F. para la humanidad. Es obligado reseñar el prólogo de Julián Rodríguez quien en forma de diccionario intenta condensar los temas, el estilo y las influencias del escritor.
Kjell Askildsen sitúa a sus protagonistas en circunstancias cotidianas y anodinas que por una razón u otra desencadenan cataclismos personales, aunque las dimensiones del seísmo queden amortiguados a los ojos del resto de los personajes que comparten escena.
“No hay nada que decir, pensó. Ella no lo entendería, no tiene ningún abismo dentro” (Un vasto y desierto paisaje. La colisión. Pág.33)Se produce entonces un segundo lenguaje despojado de palabras y compuesto de incómodos silencios, miradas encadenadas, gestos y otros detalles externos que rápidamente generan una atmósfera que los personajes y el lector perciben con desasosiego. En sus relatos, Askildsen es un maestro a la hora de plasmar en dos brochazos una fisonomía donde los detalles y los sentidos están entretejidos.
La vida común de los mortales funciona como catalizador de ciertos comportamientos y sentimientos, y sitúan al protagonista a cierta distancia de la realidad. A través de sus ojos y de su manera de racionalizar lo que vive, nuestra perspectiva del mundo se ve poderosamente influida, y poco a poco nos vemos arrastrados al abismo soterrado y sofocante que experimenta en sus carnes el personaje.
Los protagonistas de Askildsen son hombres urbanos, con formación intelectual, maduros y desencantados. No sienten pudor a la hora de desnudarse y hablan sin tapujos de sus deseos contradictorios; algunos inaceptables por la moral colectiva. Desean sexualmente a sus hermanas, anhelan la muerte de sus esposas o de sus padres o desprecian a sus hijos.
Me atrevo a afirmar que este autor tiene a un protagonista único en todos sus relatos y al que hemos acompañado desde su adolescencia. En Desde ahora te acompañaré a casa conocemos a ese chico que se enamora y pierde su virginidad en el bosque. Poco a poco lo descubriremos de nuevo en su etapa adulta. En primera persona, compartirá con lector sus decepciones y sus naufragios que le agrian el carácter y lo han convertido en un ser desconfiado casi paranoico. El amor lo ha defraudado, también su familia y sus amigos. No se esfuerza por cambiar las cosas, bien al contrario, es un sujeto que sólo devuelve desdicha.
“Llevaba dos años sin verla; el tiempo y la distancia me habían hecho reprimir mi aversión hacia ella, pero ahora volvió a aparecer. No has cambiado, dijo ella. No, contesté, lo hecho, hecho está.” (Los perros de Tesalónica. Elisabeth. Pág.23)
El protagonista se esfuerza por continuar viviendo su rol aunque a una distancia prudente para evitar el sufrimiento que ya conoce. Este hombre se ha cansado de su matrimonio y flirtea con la hermana de su mujer. Este hombre desea a la amiga de su hija. Este hombre detesta a sus amigos, los rehúye como la peste. Este hombre se ríe de los valores de corto recorrido, se mofa de la amistad y desconfía de la sociedad. Se retrata a sí mismo como un ser cínico que participa sin ninguna convicción de las situaciones ordinarias que detesta.
“Tenemos que estar contentos con lo bien que vivimos, dice la gente, la mayoría vive peor. Y luego toman pastillas contra el insomnio. O contra la depresión. O contra la vida.” (Últimas notas deThomas F. para la humanidad. La aglomeración. Pág. 49)
Los protagonistas de Askildsen necesitan huir de esa mezcla de caos y prisión que les parece vivir, pero acaban regresando como mecanismo de supervivencia.
“Pensé que te habías marchado, señaló ella. ¿Adónde iba a ver ido?, preguntó él.” (Los perros de Tesalónica. El grillo. Pág. 67)
Escapan al bosque, a la calle, al bar, regresan a sus casas. No soportan la mediocridad de los demás, la sensiblería de los suyos, y al mismo tiempo se reprochan a sí mismos su vaciedad y su resentimiento. Son viejos cínicos que en cualquier situación estallan porque no encajan, se encuentran fuera de juego, inadaptados. Su experiencia, sus traumas, los han despojado de la inocencia.
“Si uno dejara de albergar esperanzas, se ahorraría un montón de decepciones” (Últimas notas de F. para la humanidad. En el café. Pág.32)Y esa rabia estalla y lo cotidiano se convierte en un polvorín y las situaciones más anodinas toman una relevancia desmesurada, se convierten en un volcán de reacciones inesperadas y siempre amargas. Los hombres de Askildsen son conscientes de que el tiempo se les escapa y éste no dejará más que arena entre los dedos.
“…se aprende mientras se vive, aunque no sé de qué sirve, así, justo antes de morir.” (íd.)
Leo Askildsen y me parece ver el reflejo de una subespecie humana que me resulta familiar en estos días. Con probabilidad éstos también se identificarían con Oscar Wilde cuando dijo aquello de: “No soy en absoluto cínico; sólo tengo experiencia… lo que en último término, es lo mismo”.