Revista Literatura

La conspiración de los ladrones

Publicado el 05 diciembre 2011 por Netomancia @netomancia
Durante meses se juntaron en un sótano de la calle Moreno, en el viejo barrio Las Callejuelas del Olmo. Los vecinos veían llegar personas sospechosas, enfundadas en trajes oscuros o llamativas prendas que cubrían sus rostros, pero por miedo, se alejaban de las ventanas y ni se les pasaba por la cabeza el llamar por teléfono a la policía. En Las Callejuelas todo se sabía tarde o temprano.
Las reuniones se prolongaban largas horas y cada vez eran más los que asistían. Llegaban en coches viejos o motos, con los motores apenas ronroneando, en el mayor de los silencios. Se iban muy tarde, cuando el barrio dormitaba ataviado en pijamas de algodón. Algunos dicen haber visto las luces bajas reflejadas de los vehículos a través de las ventanas, mostrando el ocaso de aquellas noches.
De un momento a otro dejaron de juntarse. El plan se había puesto en marcha y aún se ejecuta. Todos somos víctimas de ellos, a veces sin darnos cuenta. Sigilosos y casi inadvertidos, los ladrones merodean calles y ciudades, pueblos y avenidas.
Roban lo más valioso que nos queda, de manera organizada y sin vergüenza alguna. Nos despojan sin que comprendamos exactamente qué. Para cuando todos puedan darse cuenta y entiendan la gravedad del asunto, ya será muy tarde.
Los que hemos descubierto el eje de esta conspiración, tememos lo peor. Su accionar es sencillo, premeditado. Nos detienen en una esquina cualquiera y nos hablan, de esto y lo otro, o nos preguntan la hora, el tiempo, el día, tal calle, tal cruce, tal salida a la autopista. Si acaso recordamos a fulanito o menganito, o nos hablan de recuerdos muy lejanos, en los que tardamos en caer.Y así, de a poco, nos roban el tiempo. Nuestro tiempo.
Nos van sacando segundos, minutos, horas, que nunca llegaremos a recuperar. Algunos nos hemos avivados y hacemos caso omiso a los desconocidos que nos detienen por nada. Y sin darse cuenta, muchos conocidos se han hecho cómplices, repitiendo los mismos artilugios. Es que la conspiración es tan grande que es imposible detenerla. Muchos se han sumado a la causa sin habérselo propuesto.
Hoy en día existe gente robándole el tiempo a otros a cada paso. Aún no podemos determinar que hacen con el botín. Lo único cierto es que cada vez disponemos de menos tiempo para nuestras vidas. Por eso, no doy la hora, no devuelvo un saludo ni me detengo a conversar del tiempo.
Sólo el egoísmo nos salvará de esta conspiración de los ladrones. Sólo eso.

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